TELEVISION › NUEVOS RECORRIDOS DE GASTON PAULS
Después de sus incursiones periodísticas en Ser urbano y Humanos en el camino, el actor estrena esta noche en Telefé Pecados capitales, nuevo sondeo sobre la identidad colectiva.
› Por Emanuel Respighi
Gastón Pauls parece estar en permanente debate interno. No sólo porque suele volcar en la pantalla chica todas sus preguntas e inquietudes, que parecen ser más que las certezas a juzgar por sus temporadas en Ser urbano y Humanos en el camino. También esa percepción de constante diálogo interior se hace visible al charlar con el actor, conductor y productor, mediante una expresión corporal que se repite una y otra vez: tomarse la cabeza rapada/pelada con las dos manos, en un gesto con el que Pauls pareciera querer fijar sus ideas, atraparlas, casi como única manera de aquietar esa dinámica que escapa de su control. Y a la que desde esta noche, a las 23, por Telefé, vuelve a darle lugar en su nuevo proyecto televisivo: Pecados capitales, el que esté libre..., un ciclo testimonial que indagará en la ira, la gula, la soberbia, la avaricia, la pereza, la lujuria y la envidia. Siete emisiones para cada uno de los pecados que le quitan el sueño a Pauls.
En la misma línea testimonial que Ser urbano y Humanos en el camino, los dos programas que condujo en Telefé, el nuevo ciclo sin embargo cambia el foco, alejándose de las grietas de la marginalidad para adentrarse en cuestiones tan racionales como espirituales, tan humanas como abstractas: los pecados capitales. “La pregunta que motivó el ciclo es cómo convivimos con las tentaciones y los pecados –explica Pauls en la entrevista con Página/12–. Cuando me junté con los productores a hacer el ciclo les planteé que para mí la única manera de abordar esta temática era haciéndose cada uno la pregunta de cómo pecaba, alejado de todo carácter religioso. Si me analizo, veo que yo tengo momentos irascibles, períodos donde me veo lujurioso, imágenes donde me considero un tipo perezoso... No es fácil no dejarse llevar por las tentaciones. La cuestión es tratar de entender por qué a veces uno traspasa el límite y en otras ocasiones se puede controlar el impulso”, se pregunta Pauls, exteriorizando ese mundo interior que lo moviliza más que a cualquier otro actor de su generación.
A través de los siete programas que abordarán cada uno de los pecados, el ciclo se propone resignificar la vigencia o no de cada uno de ellos, a través del testimonio de diferentes personalidades de distintos ámbitos. La ira será el primer pecado que se analizará, por medio de las voces de Moria Casán, Horacio Fontova, Felipe Pigna, Ana María Giunta, Jorge Guinzburg, Cacho Castaña, Marcos Di Palma, Alejandro Dolina y de representantes de las principales religiones. “Lo interesante del programa es que en cada informe hablamos del pecado y de la virtud, de su opuesto, a partir de disímiles historias de vidas cruzadas por cada uno de los pecados”, detalla el conductor. Para comprometer al televidente y hacerlo parte de tentaciones que los atraviesan, en Pecados capitales... Pauls le habla directamente a la cámara, en un recurso discursivo con el que busca interpelar a la audiencia como a su yo interior.
–¿Cómo nació la idea de volver a la TV con este programa?
–Es un ciclo que se despertó mientras hacía Ser urbano y Humanos... Yo notaba cómo los pecados convivían con cada uno de los lugares en los que se posaba la cámara y también se relacionaban con mi existencia diaria. El programa es una pregunta sobre los pecados, acerca del lugar que ocupan en la actualidad y la relación que cada uno de los humanos tenemos con ellos. Empecé a preguntarme qué era lo que me pasaba con mis culpas, con mis planteos, con mis pecados y con mis virtudes. Mi relación con la sociedad desde los programas de TV me generó un montón de preguntas que ahora pongo a la luz de todos.
–¿Pecados capitales... es la posibilidad de darles cierta continuidad televisiva a sus inquietudes interiores, sin caer en los márgenes de la sociedad?
–Sí, creo que es un desarrollo de mis inquietudes y de mi ser televisivo. Igualmente, creo que Ser urbano y Humanos... tenían algunas diferencias, como que en el segundo ciclo ya no quería mostrar más sangre ni más sexo. Si hubiese seguido haciendo Ser urbano me hubiera sentido un chanta, un estafador, un especulador de la realidad. En Humanos... se trataban otro tipo de preguntas, pero me parecía que ya había sido suficiente. Haber hecho esos programas me permitió desarrollar mis preguntas internas. Siento que Pecados... es un avance profesional, a la vez que retrata mi realidad en este momento.
–¿O sea que el programa tendrá cierto contenido autorreferencial?
–Responde a un interés introspectivo de entender mi relación con los pecados. Me planteo cómo convivía con la lujuria. A través del programa y de mi vida personal, presencié y protagonicé un montón de escenas de sexo. Putas, cabarets, transexuales... ¿Cómo convivo con la lujuria hoy? Seguramente diferente a como lo hacía cuatro años atrás. Pecados... es la nueva manera de canalizar mis búsquedas interiores.
–¿Es un programa más abstracto, menos callejero que los anteriores?
–El pecado es un concepto que tenemos metido en nuestro interior desde que nacemos y formamos parte de la sociedad. Nuestra educación judeocristiana hizo mucho para que el pecado conviva con nosotros como un tormento. Es un programa conceptual, en el sentido de que se muestran los diferentes puntos de vista sobre un pecado y se avanza a partir de esos testimonios, que libran un juego coincidente o disociado, según cada caso.
–¿Qué fue lo que más le sorprendió de esos testimonios?
–Es muy interesante ver cómo, ante un mismo problema o situación, las reacciones pueden ser tan diferentes como opuestas. El ser humano posee un estado variable según las circunstancias. El pecado convive en el interior de todos. A veces se hace manifiesto, en otras se mantiene latente, en algunas ocasiones los mecanismos de autodefensa que tenemos aquietan su brote... Ante un mismo problema, como la pérdida de un hijo, las reacciones pueden ser distintas. Incluso, es sorprendente cómo Estela de Carlotto y los padres de Cromañón llegaron a estar enfrentados, aun cuando tienen el mismo dolor y persiguen el mismo objetivo: la verdad y la Justicia. Los seres humanos somos impredecibles.
–¿En cada emisión se desliza alguna conclusión?
–Los periodísticos televisivos suelen dar muchas respuestas a los problemas, sean sociales, institucionales o individuales. Más de las que se deberían para cambiar las cosas. Muchos de esos periodistas suelen ser pecadores y cuando se enciende la cámara son budas. Me molesta esa doble moral. Por eso yo suelo plantear sólo preguntas y combinar líneas de análisis para hacer más rica la discusión.
–Según su experiencia en este programa, ¿cuál es el pecado menos reconocido por los argentinos?
–La avaricia es el pecado menos reconocido por los argentinos: nadie se reconoce avaro. Y la soberbia es el otro de los pecados más difíciles de reconocer. Cuesta mucho más reconocerse como un tipo avaro que como un tipo irascible. Ya no hablando del que tiene dinero y no lo da, sino fundamentalmente de aquel que puede tender una mano y no lo hace, el que puede hacer el bien y decide no hacerlo.
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