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Domingo, 23 de octubre de 2005

TELEVISION › ENTREVISTA EXCLUSIVA CON GEENA DAVIS, PROTAGONISTA DE LA NUEVA SERIE “COMMANDER IN CHIEF”

“Creo que es hora de que una mujer sea presidente”

Geena Davis interpreta a la primera mujer presidente de la TV de EE.UU. y asume que su personaje en la serie Commander in Chief beneficia las chances de Hillary Clinton. “Mi presidente no tiene miedo de usar la fuerza militar de la que dispone”, dice, y agrega: “Tendremos antes una presidente mujer que un presidente independiente”.

Esta mujer de trajecito sastre luce exageradamente erguida, desentendida ya de esa fama de femme fatale que se había forjado en Thelma & Louise (de Ridley Scott), cuando se revolcaba con el vaquero de Brad Pitt en el rol de la casada que se libera. Su presente es otra cosa: asume la presidencia de Estados Unidos consagrada como la primera mujer en el cargo (en la serie Commander in Chief, que se verá por Sony desde el lunes 7 de noviembre), repentinamente armadita, más cerca de una mano dura o de una dama de hierro a lo Margaret Thatcher que de una loca en busca de aventuras. Sin embargo –asegura Geena Davis–, aquella Thelma y esta presidente comparten algo más que una misma actriz. “Siempre me interesaron especialmente los papeles proclives a identificar y gratificar a otras mujeres –asegura en la entrevista que concede a Página/12–. Me gusta que puedan verse reflejadas en la criatura que me toca interpretar.”
Desde Los Angeles, Geena Davis explicita lo que muchos actores de Hollywood habían insinuado: en 2005 los mejores guiones se exiliaron a la TV, en series como Lost, Los 4400, Nick Tup o la misma Commander in Chief, que ella protagoniza, dejando a las películas la tarea a veces amarga de reciclar éxitos de los ’70 y ’80 o de revisar versiones ya hechas en otros países (entre las fuentes, el cine oriental lleva la delantera). ¿Dónde hay una idea? Tal vez en esa búsqueda del texto original o del personaje con carisma Davis se pasó a la tele, abandonó por un rato la comedia, quedó muy ligada a la figura de Hillary Clinton (conexión que no desmiente) y se hace cargo de las reacciones que provoca: la acusación de estar sirviendo a la campaña de la senadora neoyorquina expandiendo la figura de una mujer fuerte al mando de la tropa. La acción militar es siempre prioritaria para Mackenzie Allen, la vice independiente de un gobierno republicano, que deberá asumir en el cargo ante la muerte del presidente. En el manejo de la milicia, es más parecida a la dinastía de los Bush de lo que actriz y personaje asumirían: bombardea Nigeria para liberar a una mujer condenada por perder la virginidad, repitiendo argumentos conocidos sobre extender la libertad al mundo oprimido. Davis prefiere interpretarse siempre en términos de reivindicación de género, sin intenciones de formular una declaración política partidaria.
–En los primeros episodios ya amenacé militarmente a Nigeria, y de hecho les mandé bombarderos, y para el tercer episodio (carcajadas) lo hice con otro país donde el dictador estaba envuelto en el tráfico de cocaína. Mi presidente, evidentemente, no tiene miedo de usar la fuerza militar de la que dispone.
–¿Qué mujeres inspiran a su personaje?
–No basé mi personaje en ninguna mujer que trabaje en el campo de la política. El guión estaba tan bien escrito que me dio la posibilidad de hacerme una imagen fuerte de cómo plantear el retrato de esta presidente. Además, tuvimos mujeres senadoras, gobernadoras y representantes comunales, pero nunca habíamos tenido una mujer presidente, así que me sentía libre de inventarla como quisiera.
–¿Podría tomarse a Commander in Chief como un disparador para discutir ventajas y problemas de las mujeres en la política?
–Estados Unidos está muy por detrás del resto del mundo en lo que respecta a la cantidad de mujeres que participan activamente en política. Ocupamos el puesto 61º en representación de mujeres en gobiernos, y a pesar de eso los norteamericanos nos solemos sentir tan orgullosos de ser avanzados y de estar muy por delante de todos los demás países. La verdad es que muchísimas naciones han tenido mujeres como líderes antes que nosotros, y siento que sólo es cuestión de tiempo que Estados Unidos pueda ponerse a la par del resto en el siglo XXI, hasta llegar a tener más representación femenina. ¿Qué sucedió con la carrera de Geena Davis? Prometía ¡tanto! cuando corría en auto por la ruta junto a Susan Sarandon, y luego su nombre se fue opacando detrás de producciones infantiles como la saga del ratoncito Stuart Little o en comedias bobas como Beettlejuice; pero el regreso tiene la fuerza de un reciclaje como debe ser, cuando se vuelve al primer plano con una interpretación-hito que trasciende al hecho televisivo y motiva columnas y editoriales políticos sobre su parecido al discurso de Bush, o sobre una posible filiación con la campaña de Hillary. Por estos días, Geena Davis es interrogada sobre política, y ella se decide a hablar sólo si el tema se vincula con mujeres, tan abstracto como seguro, sin la intervención de nombres propios. “No me sobrarán oportunidades de interpretar a un personaje semejante en la TV, el cine o el teatro, y decidí arriesgarme –dice–, pero sólo soy una actriz, y no tengo idea de qué es lo que haría en el gobierno. Soy buena para hacer como si y representar lo que los autores pretenden para mí, pero no para pensar lo que haría en un cargo como éste.”
–Los críticos elogiaron su interpretación, pero no a la serie en general...
–No sé cómo pueden separar los tantos con tanta facilidad... Si disfrutan de mi actuación en la serie es porque forma parte de un contexto que la favorece y de un marco de trabajo que soporta mi creación. Cuando veo la serie en la que trabajo pienso que todos los actores están fantásticos al punto de que no podrían no gustar a quien esté a cargo de la crítica del programa.
–¿No son demasiados los parecidos entre Commander in Chief y The West Wing, otra serie sobre un presidente protagonizada por Martin Sheen?
–Hay montones de diferencias entre una serie y la otra. Y es importante destacar que toda la televisión está hecha de historias sobre policías, abogados, doctores, y puede haber muchas versiones sobre un mismo tópico sin que eso signifique copiar. Pero el factor diferencial de Commander... es que va más allá de la mera recreación de situaciones sobre política o sobre la vida en Washington. Este es un show sobre una presidente, pero también sobre la persona detrás de esa presidente, en todos sus aspectos vitales: en su capacidad y calidad como esposa, como madre, y sobre cómo se puede llevar una vida familiar normal aun en el contexto de la Casa Blanca. Por eso una parte importante del programa es conocer qué sucede en el ala este (lo privado) tan bien como lo que pasa en el ala oeste.
Luego empieza ese rollo sobre política, partidos, nombres de candidatos porque lo cierto es que Commander in Chief impactó más en Estados Unidos (donde se estrenó a fines de septiembre) por su resonancia pública que por su calidad como ficción. Disparó encuestas que indicaron que un 70 por ciento de la población quiere a una mujer presidente, inspiró editoriales sobre la relación entre liberalismo e invasión, sospechas sobre la financiación de la serie a cargo de Hillary y hasta comparaciones con las técnicas de manipulación pública entre Mackenzie Allen y Bush. Los cronistas latinoamericanos, que comparten la entrevista con Página/12, se suman a considerar a Commander... como serie testimonial y a Davis como voz autorizada para hablar de “las mujeres políticas del mundo”.
–¿Sabía usted que una mujer es la candidata con más chances para la presidencia en Chile?
–Estoy a favor de que existan mujeres como candidatas en general, donde sea. Si una sociedad excluye a sus mujeres candidatas se pierde la mitad de los talentos disponibles, y pienso que es importante para todos los países intentar tener los mejores líderes. No podemos permitirnos dejar afuera a talentos si queremos encontrar a la persona adecuada para el puesto.
Tanto la serie The West Wing como 24 (con Kieffer Sutherland) indicaron que crecía el interés del fisgón por infiltrarse en los pasillos de la Casa Blanca, después de que Bill Clinton demostró que ocurrían en el Salón Oval cosas más calientes que las reuniones de rutina. Fue la irrupción de la vida privada en la sede de la burocracia y quedó inaugurado el placer de participar de cotilleos siguiendo el modelo de la prosa periodística de los diarios; la serie de Davis agrega el morbo de ver la disfunción familiar de la mujer con poder. Aunque Mackenzie siempre sale bien parada. ¿El secreto del éxito de una serie presidencial? En cualquier caso, el parecido con la vida real no deberá ser mera coincidencia. “Dos de nuestros guionistas trabajaron en la Casa Blanca, así que tenemos guionistas de ambos bandos, republicanos y demócratas con experiencia en la política de Washington”, sigue Davis.
Y niega toda relación con asesores y prenseros de Hillary Clinton, bajo el argumento de que su presidente es una independiente en un gobierno republicano. ¿Eso la aleja? “Es más probable que veamos a una presidente mujer antes que a un presidente independiente –dice–, básicamente porque los independientes no tienen aparato político. Eso crea un obstáculo imposible de superar: constantemente tiene que estar ganándose a los demócratas y a los republicanos para que respalden sus ideas.” Pero la actriz asume que Commander... sí podría estar jugando a favor de la candidata demócrata.
–Todos sabemos cuán poderosos son la imagen y los medios, y si el programa logra mantenerse en el aire y la gente se acostumbra a ver a una mujer detrás de ese escritorio, no puedo evitar pensar que en un nivel subconsciente podría ayudar a que se sintiera más cómoda con la idea.
–¿Apoyaría usted misma la candidatura de Hillary Clinton en 2008?
–Le doy mi apoyo a cualquier mujer que quiera ser candidata a presidente o a cualquier cargo. Sólo tenemos ocho gobernadoras mujeres en un país con cincuenta estados. Quiero ver el día en el que sea un lugar común que la mitad de los candidatos a la presidencia sean mujeres y que, de tan natural, la gente ni siquiera se detenga a pensar en eso.

Traducción: Roque Casciero.

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Geena Davis provoca polémicas con su serie, que va por Sony.
 
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