La evaluación del último año televisivo necesariamente debe observarse desde dos ópticas. Por eso es importante determinar desde el comienzo, dónde ubicamos el horizonte. Si lo ponemos cerca y nos dedicamos a mirar sólo el corto plazo es claro que fue un buen año en rating para Canal 13. Lo consiguió consolidando su giro a una programación mucho más popular que lo que indica su historia, de la mano de Marcelo Tinelli, el buen rendimiento de Son de Fierro, un informativo siempre sólido y una tarde más rendidora donde Patito Feo, Cuestión de peso y la muy buena novela Mujeres de nadie lograron ratings parejos. El fútbol, con Boca y las Eliminatorias, también ayudó. No descubrieron la pólvora, pero accedieron al primer puesto por pequeñas diferencias en la segunda mitad del año. Telefé por su lado tuvo un año muy flojo, sólo aliviado en el comienzo por el éxito del primer Gran Hermano. Tuvo algunos chispazos de riesgo e innovación, como El gen argentino o Televisión por la Identidad, pero también abusó de Gran Hermano, se inundó de excesivas repeticiones, tapizó la grilla con Los Simpson y sobre fin de año se acercó a la costa del 2008 como quien da brazadas en un último aliento.

Canal 9 fue confirmando paso a paso que tiende a convertirse en un canal enlatado y América descubrió en Lalola la posibilidad de acceder al tercer puesto. Paradójicamente fue Canal 7 uno de los canales que más propuestas tuvieron, que más cambios generaron y el que más se preocupó por tener una nueva identidad. Aunque todavía le falte mucho logró más en este año que en muchísimos de los anteriores. Fue más coherente, tuvo hallazgos como Los cuentos de Fontanarrosa y mejoró su calidad de imagen. Inició un camino. Algo similar ocurrió con la señal Encuentro que, desde el cable, estableció una opción coherente, digna y acorde con sus objetivos. Cuando ponemos el horizonte más lejos y si pretendemos analizar el 2007 desde la perspectiva de nuestra industria televisiva, el resultado es pobre por no decir malo. Las pantallas se inundaron con dos fenómenos de rating: los Bailando, Cantando, Patinando de Showmatch y Gran Hermano. Ambos usaron muchísimas horas de pantalla en sus propios canales –Canal 13 y Telefé– pero además derramaron sus personajes, sus escándalos y sus chismes sobre América y Canal 9. La ficción fue uno de los productos que más sufrieron y se vio desplazada del prime time, lugar que necesita para compensar sus costos. Lalola, una idea creativa, moderna y muy bien realizada fue la excepción. Parece raro –y no lo es– que esta serie instalada en el canal que iba cuarto en las mediciones, haya sido en 2007 el principal éxito de exportación de la televisión argentina. Por si esto fuera poco, el fin de año trajo un conflicto entre actores y productoras que quitó la ficción del aire, apuró finales y dejó la sensación de una industria endeble para resolver sus problemas.

Los informativos, por su lado, también sufrieron cambios drásticos. Aquellos de una hora que se extendieron a hora y media o dos horas terminaron por perder rigor y transformarse más en magazines, con notas inexplicablemente extensas o toques de color que en lugar de pinceladas parecieron brochazos. Por algún motivo, la televisión de aire viene perdiendo audiencia gradualmente desde el año 2004. Y la televisión de cable va creciendo de a poco pero en forma constante. Sumemos a esto el uso de Internet y otras opciones y la conclusión es clara: la TV de aire debería preocuparse más del cuidado de sus clientes. Y no parece que lo esté haciendo. Por último, demos una mirada –como televidentes– a los contenidos de este año y pensemos si nuestra televisión de aire nos hizo mejores o peores. Si nos sumó o nos quitó valor como sociedad. Si aparte de entretenernos –y distraernos– nos aportó algo más. La función de los medios y sus contenidos en las sociedades actuales es básica y fundamental. La diferencia está en dónde ponemos el horizonte.

* Consultor internacional de medios.