VIDEO › ASFIXIA, DE CLARK GREGG, CON SAM ROCKWELL Y ANJELICA HUSTON
A partir de una de las novelas que su propio autor, Chuck Palahniuk (El club de la pelea), define como “ficciones transgresoras”, Asfixia propone una comedia satírica protagonizada por un adicto sexual que tiene a su mamá internada en una clínica de salud mental.
› Por Horacio Bernades
En cine, el nombre de Chuck Palahniuk (Washington, 1962) está indefectiblemente asociado con El club de la pelea, basada en una de sus novelas más exitosas. Mientras otros de sus escritos dan vueltas desde hace rato de productor en productor (los casos de Invisible Monsters y Diary), en el festival de Sundance se presentó, a comienzos del año pasado, Choke, basada en la novela homónima y estrenada en su país unos meses más tarde. En Argentina, Choke pasó de largo de las salas de cine y ahora acaba de lanzarla en DVD el sello Gativideo, con el título de Asfixia. Escrita y dirigida por el debutante Clark Gregg (actor que en la serie The New Adventures of Old Christine hace del ex de la gran Julia Louis-Dreyfus), Asfixia responde, se supone, a lo que Palahniuk define como “ficciones transgresoras”. Aunque finalmente transgreda más bien poco.
Lo que se sabe de Victor Mancini (Sam Rockwell, cuya entrega lo convierte en lo mejor de la película) es que asiste a un grupo de recuperación para adictos sexuales (otro de los concurrentes es Joel Grey, recordado maestro de ceremonias de Cabaret), que trabaja en unos tours disfrazado de pionero colonizador, que tiene a su mamá internada en una clínica de salud mental (Anjelica Huston, cuya peluca canosa la hace más parecida a Vanessa Redgrave que a sí misma) y que posee un síntoma neurótico, consistente en fingir asfixias en restaurantes, para que algún comensal lo salve de una muerte presunta. En algún momento se sabrá también que, según cuenta la mamá en su diario, habría sido concebido en Italia por inseminación artificial. ¿El donante? Muy sencillo: nuestro señor Jesucristo, cuyo Santo Prepucio el Vaticano tendría en conservación vaya a saber desde cuándo. Por lo cual no extraña que el bueno de Víctor ande haciendo el bien, sin mirar a quién, entre las pacientes de la clínica donde está internada mamá.
Como se ve, elementos de transgresión no le faltan a Asfixia. A los mencionados se les podría sumar cierta doctora de la clínica (la escocesa Kelly McDonald, ex integrante de la banda de Trainspotting), empeñada en fornicar con el protagonista en la capilla del nosocomio. Pero Palahniuk no es John Waters, y Gregg, menos. Aquellos elementos se chocan contra el amor filial de Víctor, que además de visitar reiteradamente a su mamá se pregunta por la identidad de su padre (hasta que el diario aparentemente se la revela), con la bonhomía del mejor amigo de Víctor (una especie de Obelix onanista) y con la ñoñería de la historia de amor entre el protagonista y la doctorcita. Asfixia es una de esas películas que, como el monstruo de Frankenstein, parecen armadas de a pedacitos, tomado cada uno de una tumba distinta.
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