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8-Lamerica,
de Gianni Amelio. Con Enrico Lo Verso.
1994, 116 min. SBP, Colección “Joyas del Cine Italiano”.
Hablando de cuentos morales e inmigrantes ilegales, hete aquí uno que no predica con el dedo levantado y que, al elegir el viaje como matriz narrativa, logra fusionar felizmente el cine político y el relato iniciático. Tras la caída del dictador comunista Enver Hoxha, un vidrioso empresario italiano llega a Albania para hacer plata fácil, sobornando al ministro de Trabajo y poniendo a trabajar a ex prisioneros políticos desahuciados. Pero algo sale mal y su asistente terminará compartiendo el triste destino de las masas de emigrantes paupérrimos, que intentan llegar a la Italia de Berlusconi como quien arriba al paraíso. Uno de los puntos más altos de la obra de Gianni Amelio y una gran actuación de Enrico Lo Verso.
6-24 horas de furia,
de Robert Sarkies. Con Karl Urban, Matthew Sunderland y Lois Lawn.
2006, 103 min. Transeuropa.
Según los libros de criminología, la peor masacre sufrida en Nueva Zelanda sucedió un día de 1990, cuando un tipo cualquiera se volvió loco y la emprendió contra sus vecinos, dejando un tendal de trece. Esta película reconstruye esa masacre doméstica, que se desencadena cuando el señor en cuestión, un tipo tímido y reclusivo, estalla ante unos intereses que quiere cobrarle el banco. El señor marcha a la armería más cercana e invierte allí sus últimos ahorros, pertrechándose como para la guerra. Luego vuelve a casa y empieza a disparar sobre lo que encuentra, incluidos familias, niños y abuelas. 24 horas de furia narra ese día de furia casi en tiempo real y adoptando las formas secas de un docudrama, lo cual limita su alcance.
7-El Sol,
de Aleksandr Sokurov. Con Issei Ogata, Robert Dawson y Shiro Sano.
2005, 115 min. 791 Colección.
Tras sus peculiares recreaciones de los últimos días de Hitler (Moloch, 1999) y Lenin (Taurus, 2002), el siberiano Aleksandr Sokurov aborda, en El Sol, la caída del emperador Hiro Hito, cuando el ejército estadounidense invade Japón y pone fin a la Segunda Guerra. La primera parte lo muestra en su bunker, excitado como un chico estudiando biología marina, mientras el Enola Gay desata el infierno sobre Hiroshima. Obligado a salir de su refugio, no sabrá cómo hacer valer su majestad frente al general McArthur, que lo trata con perplejo desprecio. En todo momento, el último representante de la dinastía Meiji aparece como un desamparado, frente a la enormidad de una condición que la tradición japonesa asimilaba a la de un dios.
6-Charada,
de Stanley Donen. Con Cary Grant, Audrey Hepburn y Walter Matthau.
1963, 116 min. Epoca.
Elevada a alturas casi legendarias por su enorme éxito, Charada es lo que Stanley Donen entendía por “comedia hitchcockiana”. Esto es: una mascarada chic, con un envejecido Cary Grant y la siempre luminosa Audrey Hepburn por anfitriones, en medio de un desfile de marionetas que falsean identidades en procura de un botín, como en una búsqueda del tesoro. Con el viejo Grant aportando poco más que el oyuelo del mentón, un guión lleno de trampitas y el vestuario de Givenchy lo son todo aquí. O lo serían, de no ser por la presencia de Mrs. Hepburn, una de esas actrices que supieron elevar el término “fotogenia” a alturas poco menos que sublimes. Sus ojazos negros le dan inesperada hondura a aquello destinado a la insustancialidad.
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