VIDEO › DONDE VIVEN LOS MONSTRUOS, DE SPIKE JONZE
El director de ¿Quieres ser John Malkovich? echó mano a un clásico de la literatura infantil anglosajona, desconocido aquí. El rey del videoclip de arte estira una historia mínima y propone una fábula estilizada, donde los “monstruos” son unos buenazos.
› Por Horacio Bernades
“¡Que empiece el despelote!”, grita el chico en medio del bosque, y todas las bestias peludas revolean por el aire lo que encuentran a mano. Despelote es lo que en casa no le dejan hacer a Max. Por eso se fue, en busca de una isla en la que las bestias sean tan salvajes como él. Salvajes y, sobre todo, imaginarias. Ausente del cine desde que presentó, hace ocho años, la algo cargosa El ladrón de orquídeas, el venerado cineasta de coolto Spike Jonze –el de ¿Quieres ser John Malkovich?– debió sufrir varias postergaciones hasta ver estrenada, en octubre pasado, su versión de Where the Wild Things Are. Desconocido en Argentina, ese relato para niños, escrito en los años 60 por un señor llamado Maurice Sendak, es todo un clásico de la literatura infantil anglosajona. El sello AVH anuncia para la semana próxima el lanzamiento en DVD de Where the Wild Things Are, con el título Donde viven los monstruos. Al DVD había ido a parar también, meses atrás, una película que bien podría considerarse prima de ésta: Fantastic Mr. Fox, trasposición que Wes Anderson hizo de un relato de Roald Dahl.
Inventor, junto a Michel Gondry, de lo que podría llamarse “videoclip de arte”, para su regreso al cine Jonze no eligió una carta fácil. Publicado en 1963, Where the Wild Things Are se reduce a nueve frases. Frases largas, sí, pero nueve. Trescientas treinta y ocho palabras, esparcidas a lo largo de 37 páginas con ilustraciones. Para convertir esa escasez en una película de duración estándar Jonze llamó al guionista Dave Eggers, quien “abrió” el escueto relato de Sendak (ese guión circula, en versión novelizada, en librerías locales). No era la primera vez que Where the Wild... daba pie a una adaptación: hubo un corto previo y hasta versiones para ópera y ballet. Disney intentó convertirla en largometraje animado en los ’80, y tras echarse atrás la idea siguió dando vueltas por Hollywood. Hasta que el propio Sendak eligió a Jonze como director, dando al proyecto definitiva luz verde.
La idea básica de Donde viven los monstruos es la misma que la de tantos relatos infantiles: frustrado por el mundo real, un niño o niña imagina un mundo alternativo y ese mundo se materializa. La noche en que su hermana adolescente lo deja solo, Max, que tendrá unos nueve años (magnético Max Records), arma un pequeño desquicio. Poco más tarde la mamá (Catherine Keener, que había estado en John Malkovich) lleva a casa al novio (Mark Ruffalo): es el acabose. Subido a un bote, Max va a parar a un lugar más acogedor: una isla habitada por monstruos gordos, grandotes y peludos. De costumbres algo preocupantes (a veces les da por comer gente), se nota a la legua que los monstruos son, en el fondo, unos buenazos de aquéllos. Están habituados a que los gobierne un rey; cometieron el error de devorarse al último que tuvieron. A qué cabeza irá a parar la corona vacante no es difícil de adivinar, tratándose de una fantasía infantil.
Tal vez por lo escueto del texto original o quizá por decisión de Jonze, Donde viven los monstruos es, antes que un relato de acontecimientos, un modo de estar en un relato. Modo peludo y suave; como Platero, pero más grande. Si hay una escena paradigmática, es una en la que, después de armar despelote en el bosque, Max y sus monstruos juegan a tirarse unos sobre otros y se quedan dormidos, bien calentitos, en su montaña de pelos. Reaparece, por otra parte, lo que podría llamarse melancolía-Jonze. “¿Podés terminar con la tristeza?”, le pregunta a Max uno de los peludos, antes de aceptarlo como rey. Con muñecos y animatronics provistos por la compañía de Jim Henson, Jonze recurrió a actores metidos en disfraces, a la manera primitiva. Las voces de la versión original son de James Gandolfini, Catherine O’Hara, Forest Whitaker y Chris Cooper, entre otros. Todo un exquisito, el rey del videoclip de arte eligió como banda de sonido voladísimos temas de la cantante –también de coolto– Karen O. ¡Y que empiece el despelote!
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