VIDEO › LA CIUDAD DE LAS TORMENTAS, DE PAUL GREENGRASS
La película del director británico se interna en el conflicto con Irak. Al personaje encarnado por Matt Damon sus superiores le encargan desmantelar los depósitos de armas químicas de Saddam. A partir de allí todo se encamina hacia una espesa red de intrigas cruzadas.
› Por Horacio Bernades
Tal vez por la idea de que las películas sobre la guerra de Irak no suelen tener buena repercusión de boletería, Green Zone nunca llegó a las salas de cine locales. Uno de los estrenos más esperados de la temporada, la película, dirigida por el británico Paul Greengrass y protagonizada por Matt Damon, se estrenó en el mundo entero en abril de este año. En el mundo entero, pero no en Argentina. Y eso que reúne a una de las mayores estrellas de Hollywood con el realizador que, con las dos últimas de la serie Bourne, terminó de consolidarlo en ese Olimpo. Quedaba entonces el lanzamiento en DVD y eso es lo que sucederá a mediados de la semana próxima, cuando AVH lance Green Zone con el título de La ciudad de las tormentas.
“Lo que a la gente le gustó de la serie Bourne no fue simplemente la acción física –dice Greengrass–, sino el hecho de que el héroe tenía una moral.” ¿Se puede tener una moral en tiempos de guerra? Esa es la pregunta que Green Zone apunta a contestar, en base a un guión escrito por Brian Helgeland (cotizado guionista de Los Angeles al desnudo, Río Místico y la reciente Robin Hood). Al oficial del ejército Roy Miller, destinado en Bagdad (Damon), sus superiores le encargaron desmantelar los depósitos de armas químicas de Sa-ddam. Allá va, al frente de sus hombres, directo hacia el punto señalado por los servicios de inteligencia del ejército. Al encontrar que el lugar es en verdad una fábrica de inodoros abandonada, Miller acude directamente ante una de las más altas autoridades del Pentágono, un oficial de inteligencia llamado Poundstone (el infalible Greg Kinnear), para denunciar la ineficiencia. Al tal Poundstone, ocupado en digitar quién será el próximo presidente-títere iraquí, la falla no le parece muy relevante. Aunque se trate nada menos que del motivo esgrimido por Bush para lanzarse a la guerra con Hu-ssein. De ahí en más, Miller deberá arreglárselas solo, en medio de una cada vez más espesa red de intrigas cruzadas.
Algunos nudos de esa red son un representante de la CIA (Brendan Gleeson, ver aparte), enfrentado con Poundstone por su política iraquí, un alto general de Saddam al que el tipo de la CIA le apuesta todas las fichas y una periodista de The Wall Street Journal (Amy Ryan) que, por lo visto, comparte cierto secreto clave con el Maquiavelo de Poundstone. Filmada con el estilo de cámaras nerviosas, cortes continuos e inestabilidad visual que Greengrass etiquetó en la serie Bourne (aplicándolo luego a Vuelo 93, su docudrama sobre el 11-9-01), La ciudad de las tormentas invierte los términos de la categoría “thriller conspirativo”, desarrollando el aspecto conspirativo del asunto durante los primeros dos tercios y ocupando el último tercio con el costado thriller del asunto. Esto es, con un asesino de las Fuerzas Especiales persiguiendo a Miller por medio Irak, para silenciarlo a misilazos.
Más allá de la duda de si el estilo Greengrass no será a esta altura manierismo liso y llano, la credibilidad de Green Zone descansa enteramente sobre la posibilidad de hacer rimar las palabras oficial (del ejército estadounidense) y moral. Una moral tan alta como para poner en riesgo vida, carrera y las convicciones que hasta entonces lo sustentaron, con tal de demostrarle a quien cuadre que el presidente y su círculo íntimo mintieron descaradamente, llevando al país a la guerra por unas armas químicas que resultaron ser inodoros.
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