VIDEO › OTRO PLANETA, CON DIRECCIóN DE MIKE CAHILL
La película suma un nuevo capítulo al subgénero que podría definirse como “ciencia ficción existencial”. La trama gira alrededor de las tribulaciones de la protagonista y del descubrimiento de un nuevo planeta, que es exactamente igual al nuestro.
› Por Horacio Bernades
Cunde la ciencia ficción existencial. Inició la tendencia, un par de años atrás, Duncan Jones, el hijo de David Bowie, con En la luna, donde una estación satelital y una creciente proliferación clónica servían como metáforas de la soledad y las dudas identitarias. En mayo del año que pasó, Lars Von Trier estrenó en Cannes Melancholia, donde el descubrimiento de un planeta hasta entonces desconocido, y la inminencia de su choque con la Tierra, permitían al director–estrella danés una meditación (o ninguna) sobre el Apocalipsis. Unos meses antes, el estadounidense Mike Cahill se había llevado el Premio Especial del Jurado del Festival de Sundance gracias a Another Earth, donde también se descubre un astro que había quedado fuera del registro de los satélites. Pero ahora no se trata de choque inminente, sino de la teoría del doble, a escala astronómica: bautizado Tierra 2, todo indica que ese planeta sería exactamente igual al nuestro, incluyendo la existencia de seres humanos idénticos a los de aquí. Con el título Otro planeta, el sello Fox Searchlight la lanzará la semana próxima en DVD.
Como la película de Von Trier, Otro planeta trabaja sobre un sistema de paralelismos, a partir del incidente (o accidente) que la pone en movimiento. Una chica llamada Rhoda, fascinada con la astronomía, escucha una noche, mientras maneja, la noticia sobre el descubrimiento de Tierra 2 (anótese al paso que poco tiempo atrás los diarios publicaron versiones sobre la posible existencia de un planeta de características muy semejantes a las de la Tierra). El noticiero informa que la esfera azul es visible a simple vista, la chica asoma la cabeza por la ventanilla, descuida el volante y se estrella contra un auto, en el que viajaban un hombre, su esposa e hijo. Acusada de asesinato en segundo grado, cuatro años más tarde Rhoda sale de prisión, abrumada por la culpa. Descubre que el hombre sobrevivió y va en su busca, iniciándose entre ambos una relación peligrosa. Pero habrá que descartar de un plumazo toda idea de suspenso, de thriller o de cualquier otra categoría trajinada (salvo, quizá, la de la inevitable historia de amor entre un hombre solo y una mujer sola). Otro planeta va por otro lado.
Va, como queda dicho, por el lado existencial. Haber cometido un crimen por negligencia acentúa en la protagonista la convicción de su marginalidad. Eso mismo refuerza su deseo de anotarse como pionera espacial en el primer viaje tripulado a Tierra 2. La mueve un razonamiento no carente de lógica: también los primeros europeos en América fueron criminales y descastados, a los que se les conmutaban las penas si aceptaban viajar a territorio desconocido. Esa sensación de desajuste, se entiende, hizo de Rhoda, desde pequeña, una enamorada de cualquier planeta que no fuera éste. Pero Rhoda no podrá encontrar a su igual allá arriba si primero no enfrenta, aquí abajo, sus peores fantasmas. El de haber dejado a alguien sin sus seres queridos, básicamente. Pero, ¿cómo decirle a alguien, sin anestesia, “yo maté a tu mujer e hijo”? De eso trata, al menos en términos de trama, esta primera película de ficción de Mike Cahill, que además la produjo, la escribió (junto a la protagonista, Brit Mailing), la editó y fotografió.
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