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8-Un año más,
de Mike Leigh. Con Jim Broadbent, Ruth Sheen y Leslie Manville.
2010, 129 min. AVH.
Después de esa apología del infantilismo sonriente que fue La felicidad trae suerte, Mike Leigh luce plenamente recuperado. Como si quisiera convertirse de pronto en el primo inglés de Eric Rohmer, el realizador de Secretos y mentiras plantea los encuentros entre sus personajes como una serie de diálogos que tienen lugar en cada una de las cuatro estaciones del año, filmándolos con una cámara mayormente fija y desde una distancia justa. Alrededor de un matrimonio feliz orbita una serie de personajes perfectamente infelices. Sobre todo una amiga, que es como si se fuera corroyendo a medida que la película (o el año) avanza(n). Hasta tornarse tan caricaturesca como conmovedora. Pero Leigh no empuja las cosas: deja que sucedan.
7-Juntos para siempre,
de Pablo Solarz. Con Peto Menahem, Malena Solda y Florencia Peña. 2010, 101 min. SP Films.
La ópera prima de Pablo Solarz (guionista de Historias mínimas y Quién dice que es fácil) es algo así como un cruce entre la serie Curb Your Enthusiasm y los guiones de Charlie Kaufman. El protagonista es un guionista que va escribiendo una versión deformada de lo que le pasa. Lo que le pasa es que vive inmerso en su propio mundo, motivo por el cual su pareja lo abandona. En lugar de reconquistarla, se pone de novio con el enervante estereotipo de rubia tarada que encarna Florencia Peña, mientras intenta eludir a su asfixiante mamá psicótica (Mirta Busnelli). ¿Comedia negra y misógina? Negra y misantrópica, en tal caso: como Larry David en su serie de televisión, es posible que el acidísimo protagonista sea el que está más loco.
4-Tomaré tu alma,
de Wes Craven. Con Max Thierot, John Magaro y Emily Meade.
2010, 107 min. AVH.
Cuando no tiene un guión sólido donde apoyarse, Wes Craven (realizador de las series Pesadilla y Scream y también de The Last House on the Left y La colina de los ojos malditos, entre otros hitos) suele resbalar a la mescolanza y el vacío. Previa a Scream 4, Tomaré tu alma empieza donde terminaba Demente, de Brian de Palma: con un tipo cuyo “yo asesino” le ordena al “yo normal” que acuchille a toda su familia. Da para el disparate y Craven lo acentúa: hasta ahí el asunto podría considerarse prometedor. Pero allí se agotan las reservas de exceso, de humor o de camp. Sólo queda un desfile de personajes inexistentes y situaciones estiradas, con un asesino enmascarado como el de Scream. Pero esta vez, detrás de la máscara no hay nada.
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