Desde que Robert Rodríguez lo puso de matón en La balada del pistolero, el rostro poceado y como agigantado, que hacía pensar en un Edmundo Rivero malo, resultó de temer en cada una de sus apariciones. Es que Danny Trejo no es un falso pesado, sino un pesado real. De joven, el tipo pasó sus buenos años en la prisión estatal de San Quintín. Tras consagrarse campeón de peso ligero y welter y dejar la heroína, devino, de la mano de Rodríguez (que resultó ser su primo segundo, cosa que ambos ignoraban) en uno de esos secundarios que jamás pasan inadvertidos. Hijo de mexicanos, nacido en Echo Park, Los Angeles, Trejo hizo temblar multitudes en Del crepúsculo al atardecer, la serie Miniespías y Érase una vez en México. Pero también en Con Air y xXx, entre otras. Hasta que Rodríguez le dio el papel de su vida: el de Machete, vengador nacional y popular, capaz de ponerle freno a los fucking gringos. Ahora, Trejo, dirigido por Craig Moss, reaparece en una película con un título a su medida: Bad Ass, que el sello Fox lanza en DVD en Argentina con el mucho más moderado Un tipo rudo.

Hubo, hay y habrá películas basadas en libros, obras de teatro, comedias musicales, programas de televisión, historietas y videojuegos. Un tipo rudo es, que se sepa, la primera basada en un video de YouTube. El video puede hallarse bajo el título “Old Man Fights Punks on Bus”, y muestra a un hombre de barba blanca bajándole los dientes a un morocho al que en un ómnibus en Los Angeles le da por ponerse pesado. Con 67 años, en poco tiempo este ex veterano de Vietnam se volvió tan popular como, pongámosle, el Tano Passman aquí, un año atrás. Veloces como el rayo, los muchachos de la Fox reconvirtieron al caucásico anciano en trabajador chicano, multiplicaron por tres al morocho del bus y, no conformes con la pelea a bordo, hicieron de él un justiciero. De esos que, como Charles Bronson en El vengador anónimo, son muy pacíficos hasta que le matan al amigo, la policía no hace nada y ahí te quiero ver.

Puede ser que la combinación de t-shirt celeste y bermudas color arena, el gesto manso y hasta la barba que le cubre los pozos (un Trejo sin pozos es como un Sansón sin pelo) no hagan la mejor versión posible del hombre del machete. Aún así Trejo es Trejo, y eso hace de Un tipo rudo una película no tan del montón como pudo haber sido. Sobre todo, si lo acompaña gente como el morochazo Charles Dutton (una vida paralela a la de Trejo, con diez años en prisión y decenas de secundarios que dejan huella) y el gran Ron Perlman, que después de rugir como un Tom Waits pintado de rojo en Hellboy realzó cuanta película de cuarta lo convocara. Hasta que el danés Nicolas Winding-Refn le dio un papel a su altura, en la reciente y notable Drive.