VIDEO › EL DEBUT DE TOMMY LEE JONES
En Los tres entierros de Melquíades Estrada, su primer largo como director, conviven el cowboy con el inmigrante ilegal.
› Por Horacio Bernades
De Cannes al anaquel del videoclub. Ese es el trayecto que en la Argentina le toca recorrer a Los tres entierros de Melquíades Estrada, primera película que dirige –en cine, al menos– Tommy Lee Jones, sin duda uno de los grandes actores de carácter que el cine estadounidense haya dado durante las tres últimas décadas. Coproducida por el francés Luc Besson, escrita por el mexicano Guillermo Arriaga (el mismo de Amores perros y 21 gramos) y protagonizada por el propio Jones al frente de un sólido, por momentos brillante elenco, Los tres entierros... es lo que suele denominarse un western contemporáneo. Al mismo género pertenecía la anterior incursión de TLJ en la dirección, el telefilm The Good Old Boys, producido por el canal TNT y editado aquí por AVH. Nativo de Texas, propietario de tierras y caballos, Jones es él mismo un hombre-western, una de las razones por las cuales Los tres entierros... respira verdad y convicción.
Presentada a lo largo del último año en diversos festivales (de Toronto a Mar del Plata, donde participó de la sección oficial, fuera de competencia), la distribuidora local no hizo uso de la opción de estreno, por lo cual Los tres entierros... pasó directamente al video y ahora la edita LK-Tel, con subtitulado inconfundiblemente mexicano. Teniendo en cuenta el peso que en la zona de Texas tiene la difícil convivencia entre estadounidenses y “chicanos”, suena a toda una declaración de principios por parte de TLJ esta historia de amistad entre un cowboy contemporáneo y un inmigrante ilegal, a quien un guardia fronterizo asesina por pura estupidez. Típico de Arriaga, la primera mitad de la película entrecruza no sólo historias y personajes sino también tiempos narrativos. Todo sucede en un pueblito fronterizo, donde Mike Norton, agente de La Migra, matará a tiros a Melquíades Estrada, incluso sin saber que su rubia esposa (January Jones) había tenido un affaire con él.
Pueblo de hombres, la muy sexy Jo Ann se aburre como la hostia desde que llega acompañando a su marido (Barry Pepper, un rubio con una cara de hijo de su madre como pocas). El tipo se hace tan pocos problemas a la hora de partirle la nariz de una trompada a una pobre wet back, como para entrarle por atrás a su mujer en la cocina, mientras ésta mira la novela de la tarde, como un caballo a una yegua. Ya pagará por todo esto, en el verdadero purgatorio que en la segunda parte de la película Pete Perkins (Tommy Lee Jones) le hace atravesar. Al enterarse de la muerte de Melquíades, Pete intenta que el sheriff del lugar (el cantante country Dwight Yoakam) haga algo. Pero se encuentra con que el tipo no tiene la menor intención de investigar a un colega. Sucede que Pete le había prometido a su amigo que si algo le pasaba, se ocuparía de enterrarlo en su pueblito natal. Para cumplir con la palabra dada secuestra al agente fronterizo, lo obliga a desenterrar el cadáver y carga con ambos (asesino y asesinado) a lomo de caballo, entre montañas, peñascos y desfiladeros, hasta llegar al caserío de Jiménez, en el estado de Coahuila.
Claramente dividida en dos movimientos, a la fusión de tiempos y tramas superpuestas de la primera parte, Los tres entierros... le hace suceder una segunda mitad de progresión clásica, organizada alrededor de un motivo también clásico del western, como es el del viaje. Difieren también visiblemente los tonos de ambas zonas del relato, que el curso del viaje va tornando cada vez más negro y episódico. Sucede que el cuerpo de Melquíades se va descomponiendo, y es como si junto con él se pudriera también la narración, de un modo que recuerda inconfundiblemente a esa farsa-macabra-en-clave-de-western que fue Traigan la cabeza de Alfredo García, de Sam Peckinpah. Para conservar el cadáver, Pete recurre a sal gruesa, fuego y anticongelantes, mientras obliga al culpable de esa muerte a cavar, desenterrar, dormir y comer junto al cuerpo maloliente. Todo se va tornando loco, enrarecido y perversamente divertido, como cuando al guardia lo pica una serpiente venenosa y la única persona capaz de salvarlo resulta ser aquella chica mexicana a la que le había partido el tabique. Y la chica no está dispuesta a perder la oportunidad de vengarse, jugueteando con la posibilidad de cortar el pie envenenado.
Es toda esa última parte la que, funcionando como comedia moral de castigo, le da a Los tres entierros... su carácter de única relectura posible, desde la contemporaneidad, de un género tan clásico como el western. Género que se va pudriendo, a medida que la película avanza, tal como lo hizo a lo largo del último medio siglo.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux