VIDEO
De Sofia Coppola.
Con Katie Chang, Israel Broussard y Emma Watson.
2013, 90 min.
Transeuropa.
Deseando parecerse un poco a las celebrities que ven en las redes sociales, un grupo de veinteañeros más o menos aburridos de Los Angeles se dedican a entrar, en su ausencia, en las residencias de gente como Paris Hilton, Orlando Bloom et al. Pasan allí un rato, como si se tratara de hoteles, y se llevan “de recuerdo” zapatos, ropa, relojes y artículos de decoración. Todo ello valuado en cientos de miles de dólares, of course. El hecho sucedió en realidad, y Sofia Coppola lo narra como suele hacerlo: desde cierta distancia neutral, que se malinterpretó como desinterés y es en realidad la herramienta más indicada para no caer en la condena fácil, dándole un aire de normalidad a lo que parece un indicio de que algo no anda bien, amigos.
De S. Brizé.
Con Vincent Lindon.
2012, 108 min.
Transeuropa.
Como ya lo dejaba ver la previa Une affaire d’amour, el cineasta bretón Stéphane Brizé practica una suerte de “intimismo realista” no muy frecuente. Allí, un albañil se enamoraba, de modo imposible, de la maestra de su hijo. Aquí, un ex camionero, recién salido de prisión (el propio Vincent Lindon, uno de los escasos actores franceses con aspecto de trabajador manual), intenta reintegrarse a la vida cotidiana. El hombre fue a la cárcel por querer pasar sustancias prohibidas del otro lado de la frontera, y ahora nadie quiere darle empleo. Sobre todo en una Francia en la que el trabajo no abunda. Obligado a vivir otra vez en lo de su madre (que por lo manipuladora parece hitchcockiana), esta olla a presión hecha de músculos estallará.
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