Sábado, 16 de septiembre de 2006 | Hoy
VIDEO › “MENTIRAS EN NUEVA YORK”
Glenn Close encabeza el elenco de esta película coral, dirigida por Chris Terrio.
Por Horacio Bernades
Desde las alturas de un rascacielos de Manhattan observa la ciudad Diana Lee, casi como si le perteneciera. Y tal vez así sea. Parte de la ciudad, al menos. Así lo testimonian los gigantescos afiches con su rostro empapelando el centro, la pleitesía que el mundillo teatral le rinde y la gente anónima que le pide autógrafos por la calle. Pero toda cima tiene su sima y la de Diana, eminente directora y gran dama de la escena, es la misma que la de todos. Por mucha gloria que haya alcanzando en el reino de lo visible, su mundo íntimo se deshace en pedazos, cercada como está por la cama vacía, la infidelidad del marido, la previsible disolución de su matrimonio.
Heights, alturas, se llamó la pieza teatral que tiene por protagonista a Diana Lee. Ese es también el título de su traslación cinematográfica, estrenada hace un par de años en Estados Unidos y que el sello LK-Tel lanzará en video en los próximos días, como Mentiras en Nueva York. En verdad, Diana Lee es sólo una de las protagonistas, el pivot alrededor del cual se mueven los demás. Entre ellos, su hija Isabel, fotógrafa incipiente que no logra conciliar la ambición laboral con un inminente matrimonio; Jonathan, futuro esposo de Isabel, dueño de una doble vida sexual que no sabe cómo manejar, y Alec, actor principiante que se convertirá en objeto de deseo para Diana... y ya lo es para Jonathan. “Nueva York es como un pueblo chico”, dice Diana en algún momento. Por lo visto, tiene razón: aquí, todos parecen estar relacionados con todos. Aunque no lo sepan.
Con guión escrito por Amy Fox –autora de la obra original–, dirigida por el casi desconocido Chris Terrio y con Glenn Close encabezando el elenco en un papel que parecería pensado para ella, Mentiras en Nueva York es una de esas películas corales que parecen casi un tic de la época. Claro que en este caso no es un grave accidente de autos, por suerte, el que comunica todas las historias. Aunque Diana Lee, majestuosa como reina shakespeareana (su especialidad como actriz) y casi tan dada a los grandes gestos como su par Norma Desmond (no parece casual que la propia Close haya encarnado en Broadway a la protagonista de El ocaso de una vida) es lo más semejante a un accidente automovilístico en plena Park Avenue.
Si Heights es una típica película indie, ello se debe tanto a la voluntad de contar una historia bien contemporánea sin recurrir a artificios y fórmulas dramáticas hollywoodenses como a su sostenida autorreferencia al mundo del arte. De origen teatral al fin y al cabo, la película de Terrio está llena de diálogos en los que se habla de gente conocida. Y puede leerse sin duda como roman à clef. De esos en los que es posible entrever a personajes reales, apenas disimulados bajo alter egos de ficción. Sin embargo, no es de origen teatral, sino más bien televisivo, el fantasma que ronda sus imágenes. Imágenes que, como parece dictaminar el canon de la televisión (aun en el rubro “producciones de calidad”, al que Mentiras en Nueva York bien podría pertenecer), fluyen con impersonal lisura. Casi como si se generaran solas, sin un director detrás.
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