Sáb 03.02.2007
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VIDEO › “UN LARGO Y DOLOROSO CAMINO”

La escala humana de Zhang Yi Mou

En su nueva película, el director chino se toma un respiro de las superproducciones.

› Por Horacio Bernades

Si bien siempre fue reconocido por sus suntuosas producciones de época –-desde Sorgo rojo hasta la reciente La casa de las dagas voladoras, pasando por Ju Dou y Esposas y concubinas–, a lo largo de la carrera de Zhang Yi Mou se esparcen películas más modestas, en las que el realizador suele bajar de las grandes reconstrucciones históricas o míticas a un presente más próximo. Esas películas, producidas en forma rápida, con un guión sencillo y equipos reducidos, parecerían servirle para descansar del peso de tanta lujosa parafernalia de época. La primera de ellas fue Qiu Ju, una mujer china, y después vinieron El camino a casa y Ni uno menos. Más recientemente Yi Mou hizo una pausa en su serie de superproducciones internacionales de capa y espada (Héroe, La casa de las dagas..., la inminente Curse of the Golden Flower) para filmar, con apoyo de Columbia Asia, la película que internacionalmente se conoce como Riding Alone for Thousands of Miles, y que ahora en Argentina el sello LK-Tel lanza directamente en DVD, con el título de Un largo y doloroso camino.

Como Qiu Ju y El camino a casa (e incluso la segunda parte de Ni uno menos) podría definirse a Un largo y doloroso camino como drama de caminos, en esta ocasión de Japón a China y de vuelta a Japón. Es también, como todas aquéllas, la historia de una obstinación. En este caso, con protagonista masculino. Se trata del señor Takata (Ken Takakura, conocido por Black Rain, de Shohei Imamura, y Hotaru, de Naomi Kawase), un tipo reconcentrado y hermético que vive como pescador, en una de las tantas islas niponas. Un llamado de su hija Rie, a quien hace mucho tiempo que no ve (Shinobu Terajima, consagrada instantáneamente por el film de culto Vibrator) le advierte que Ken-ichi, el hijo varón, está internado en un sanatorio, con una enfermedad terminal. Largamente distanciado del hijo, Takata parte a Tokio, pero Ken-ichi se niega a verlo. La voluntad de reconciliación llevará entonces al señor Takata a China, donde vivirá una pequeña odisea con tal de complacer al hijo, cuya pasión son las tradiciones folklóricas de aquel país.

Un largo y doloroso camino no es una película perfecta. Sean grandes o pequeñas, Zhang Yi Mou suele pensar sus películas en términos de marketing regional e internacional, y ésta no es la excepción. La participación de actores nipones conocidos en toda Asia, el aporte de la Columbia y la propia historia, con sus componentes de redención, reconciliación, abnegación y lágrimas, no hacen más que confirmarlo. El alcaide de una prisión china, macanudísimo, recuerda también que el director de La tríada de Shanghai es un maestro a la hora de lidiar con funcionarios oficiales. A pesar de todo ello –y de ciertos soliloquios del protagonista, que explicitan lo que el hombre debería guardar en su altivez–, la película no deja de verse con agrado. La sostienen tiempos convenientemente pausados, imponentes escenarios montañosos y el propio rostro de Takakura, que parecería también una montaña.

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