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8M, de Nicolás Prividera. La ambiciosa ópera prima de Nicolás Prividera se suma al corpus de documentales en el que hijos de desaparecidos se preguntan por sus padres. A diferencia de Papá Iván –donde María Inés Roqué conjuraba la ausencia del suyo– y de Los rubios –donde Albertina Carri practicaba un doble movimiento, combinando la reconstrucción de la memoria con la proclamación de independencia filial–, lo que hace Prividera es tomar la cámara como una lanza, yendo a investigar, en persona y cueste lo que cueste, el verdadero destino de su madre desaparecida. Un documental en primera persona, tan lúcido y valiente como para no santificar a nadie. Ni siquiera a los buenos de la historia. |
6DESAPARECIO UNA NOCHE, de Ben Affleck. En su opera prima como realizador, Ben Affleck tranquiliza a quienes piensan que es el peor actor del mundo, dando a pensar que si cambiara de rubro no sería para mal. Basada en una novela de Dennis Lehane, como en Río místico (basada en otro relato del mismo autor), Desapareció una noche presenta el mundo como un valle de lágrimas, suciedad y crimen. En una comunidad que parecería consumida por el alcohol, la pobreza y la falta de futuro, hay una niña desaparecida, policías sospechosamente ineficaces, una pareja de investigadores inexpertos e intrincadas redes que llevan indefectiblemente hacia lo más oscuro. Atendible, pero excedida en su engolosinamiento con la desesperanza. |
7COMO CELEBRE EL FIN DEL MUNDO, de Catalin Mitulescu. Aunque se trate de una película rumana que transcurre en la época de Ceausescu, Cómo celebré el fin del mundo se diferencia de sus congéneres recientes del mismo origen. Narrada a través de los ojos de un chico, su tono es más naïf, menos amargo que La noche del Sr. Lazarescu, Bucarest 12:08 o 4 meses, 3 semanas, 2 días, y tampoco recurre a la estética de largos planos fijos que caracteriza a aquéllas. En una línea más tradicional (que tal vez haya que remontar a Papá salió en viaje de negocios), Cómo celebré... es una tragicomedia pueblerina de iniciación. Y también una crónica de la vida cotidiana en tiempos del régimen, teñidos de militarismo, culto a la personalidad e intolerancia. |
6SHORTBUS, de John Cameron Mitchell. 2006, 101 min. AVH. Por transcurrir entre orgías, masturbaciones y erecciones, Shortbus es una de esas películas que corren riesgo de quedar apresadas entre lugares comunes del discurso: la defensa de la libertad y la diversidad sexual, por un lado, y los pedidos de censura y quema de brujas, por otro. Es exactamente lo que sucedió aquí, en el momento del estreno. El problema de Shortbus pasa por otro lado y es que tanto las situaciones como los personajes son entelequias, puestas allí como banderas a levantar o blancos sobre los cuales disparar. Con lo cual la película pasa a ser, más que una película, una prédica. Ante la prédica, los conversos apoyan, los apóstatas rechazan y el resto no disfruta de nada. Una lástima. |
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