Yo he sido muy hostilizado por el grupo más intelectual de este ambiente. Se me ha acusado desde la derecha, desde la izquierda, desde el centro. Me han tildado de mujeriego –justificadamente–; aunque no sé qué tendrá que ver eso. Hasta me rotularon de enemigo de la clase trabajadora. La verdad, yo los tomo medio en joda.
Igual varias veces les dije en la cara que la mayoría de los “revolucionarios” argentinos son “revolucionarios” de la confitería La Paz. Ninguno sabe lo que es pasar hambre. Yo sí lo sé. He vivido la miseria y he sido un muerto de hambre. No un fin de semana. Años. Por necesidad, por desesperación he sido obrero. En ese sentido, aprendí que el rol de la fantasía es fundamental, porque ayuda a soñar con una realidad mejor. No debe ser un opio, sino un acelerante para concretar sueños. Si naufragaste, imaginá una isla del otro lado del mar.
Si tenés que ir a trabajar y llueve, pensá que una mujer hermosa puede estar esperándote bajo un alero. Y atención: viví, nunca dejes que los sueños te dominen. Esa es mi posición respecto de la función social de la historieta.
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