Robin Wood dice que su apetito andariego no lo deja tranquilo. Argentina, España, Dinamarca y Paraguay se cuentan entre sus hogares rotativos. Viaja a Europa unas cuatro veces por año, generalmente para recibir premios tan importantes como el Yellow Kid que otorga la Convención Internacional de Comic en Lucca, Italia. “Siempre receptivo. Un perrito con tres patas o una chica llorando en la estación de tren disparan mi cerebro, y así sigo moldeando tramas.”

–Y seguramente se tienta e inserta cosas personales...

–La vez que me tomé la licencia de aparecer directamente fue en Mi novia y yo, donde hay un protagonista un poco inocente. Por eso es que en ese relato quise que me acompañara Tom, mi perro querido de la niñez. Quise hacerle un homenaje y lo convertí en el héroe que me ayudaba a conseguir un final feliz.

–Habrá metido a algún humano cada tanto...

–Al capataz de aquella mañana por supuesto que lo puse de villano. Asimismo, en una saga de Dago, aparece un señor que se llama Umberto. Es un intelectual, que siente que la escritura es la medida de la existencia. En realidad fue un homenaje a uno de mis fanáticos, Umberto Eco. Para serte franco, he tenido que abandonar miles de puntas que quisiera desarrollar. Y eso que he hecho lo que pude. ¡Calculo que al día de hoy llevo unos nueve mil guiones!