Antonio Dal Masetto cuenta que está escribiendo una “novelita” breve, “quizá no llegue a las 150 páginas”, que se desarrollaría en un pueblo de Brasil. “Ahora me voy a España, a Mallorca, a ver a mi hija, por eso estoy tratando de apurar un poco los apuntes porque cada vez que voy allá me quedo dos o tres meses. Me resulta un buen lugar para trabajar, pero siempre que lleve un material; no sé qué pasaría si tuviera que arrancar de cero fuera de mi casa”, confiesa el escritor, que todavía no encontró el título de esa novela. “Si no aparece antes o durante la escritura, el título se convierte en un drama, no sé por qué. He pasado semanas haciendo listas de títulos, pero no sólo me pasó a mí sino a otros amigos que escriben”, agrega el escritor. “Como me despierto varias veces en la noche con algunas ideas, frases o imágenes, siempre tengo a mano un grabador para grabar en la oscuridad. Después al otro día escucho lo que salió. Hay noches que son más productivas que el día –dice y se ríe–; hay ideas esclarecedoras que aparecen en la mitad del sueño y que son realmente muy útiles.” El grabador es un elemento muy importante para Dal Masetto. “Una de las novelas que publiqué prácticamente la grabé toda. La tierra incomparable, el regreso de la anciana Agata a su pueblo, en realidad es un viaje que hice yo. Como sabía que iba a escribir la novela, me llevé el grabador y todo el tiempo trataba de ser Agata y ver el mundo a través de sus ojos”, recuerda el escritor.