Para un espectador obsesivo –única calidad que asumo para escribir este texto–, la obra de Inés Oliveira César escapa a las definiciones y a la clasificación por géneros. La resignificación de historias y la personal creación de imágenes son la materia con la que nutre Extranjera, desafiando al espectador a completar con su mirada el sentido final de esta obra. La directora ejerce lo que Barthes llamaba “...el duro trabajo del estilo...”, que implica la búsqueda y descubrimiento de los materiales, su armónica combinación, el meticuloso trabajo de la artista para plasmar en imágenes lo que desea transmitir. Esa preocupación sobre las formas, presente en sus films anteriores, encuentra armonía y la conducen a una tarea de constante exploración y esfuerzo, donde desaparece la controvertida oposición entre fondo y forma. Pero también se aprecia que esa labor surge de una actitud gozosa donde el sacrificio que exige el rigor del estilo convive con el disfrute del encuentro con la composición buscada.

La artista nos propone en este filme una participación activa, para que el encuentro con una narración alejada del realismo que habitualmente transita el cine resulte un ejercicio estético lúdico, que nos permita completar el sentido que la autora no cierra por respeto a la inteligencia del espectador. La inspiración en la tragedia griega, su transposición, si bien no son nuevas ni en el cine ni en la dramaturgia argentinos –basta recordar El reñidero, texto dramático de Sergio de Cecco, llevado al cine por René Mugica o la más reciente Vidas privadas, de Fito Páez– tienen en este caso una expresión personal que la distingue de sus antecedentes.

Extranjera es una obra particular en la abundante filmografía nacional y sobresale por su desafío a modas o requerimientos ajenos al arte que cultiva. Demuestra que su formación no se ciñe a las artes audiovisuales, sino que la literatura, el teatro y el pensamiento especulativo son preocupaciones que ahora sintetiza en esta obra cinematográfica. Es un hecho alentador que la cineasta haya podido desplegar una obra singular, que obtuvo el reconocimiento de importantes centros cinematográficos internacionales, como el Festival de Berlín, entre otros, y que tenga en preparación nuevos proyectos.

“...Un libro ha sido siempre para mí una manera especial de vivir...”, escribió Gustave Flaubert en su correspondencia. Creo que para Inés Oliveira César la creación audiovisual, más que una actividad o profesión, es un modo de encarar la vida, disfrutarla y ofrecerla a sus semejantes. Y así queda demostrado en Extranjera.

* Ex director del Incaa.