Lunes, 21 de julio de 2008 | Hoy
La biografía de Armando Tejada Gómez escrita por Dora Giannoni incluye pasajes contados en primera persona, donde se revela parte de la vida del poeta. “Recuerdo que me contó que a los 20 años durmió por primera vez en una cama, como recuerdo cuando describía el hambre: es un animal que te roe las entrañas, duele el hambre en el estómago vacío”, cuenta Giannoni. “O recordaba el frío seco pero intenso de la provincia de Mendoza: Cala los huesos, te inmoviliza los pies o las manos, que quedan amoratados. Y esto lo decía sin resentimientos ni bronca, con la mayor naturalidad: Mire mi amor, usted no sabe lo que es el frío... o el hambre. El hambre y el frío duelen en los ranchos o debajo de los puentes. Y él no quería que otros sufrieran lo mismo, y a eso consagró su lucha y su vida.”
“La vida de Armando es una novela. Ese chico de la calle llegó a ser diputado, a tener una cátedra en la universidad de México, a ganar premios internacionales, conversó con Mao Tse Tung, con Fidel Castro, con los grandes líderes del mundo”, se asombra la autora. “Conocí la casa donde vivió con la mamá, una piecita sin luz eléctrica donde leía y leía a la luz de una vela que la madre le apagaba, porque tenía miedo de que se volviera loco de tanto leer. Tuvo una vida realmente atormentada. En ese contexto él tenía todo el derecho del mundo de ser un resentido. Pero no lo fue, siempre decía que no quería que lo que le pasó a él le pasara a otro. La literatura y la música lo salvaron. Su vida es un ejemplo del enorme poder revolucionario que hay en el arte.”
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