El hecho de que un programa se libere no significa que sea necesariamente gratuito. Con eso en mente, seis socios dieron vida en febrero de 2007 a la Cooperativa Gcoop (www.gcoop.com.ar). José Massón, uno de los fundadores, certifica que armar el plan de negocios fue menos difícil de lo que cabría suponer. “Cuando te dedicás al software libre estás cooperando permanentemente. Por eso no nos costó entender que la estrategia que más se adecuaba a nuestro perfil era convertirnos en una empresa autónoma, preocupada por el desarrollo de la comunidad y donde todos tuviéramos los mismos derechos.”
El que vive del Software Libre no busca concentrarse en vender un producto ya “empaquetado” (como puede ser Office, por citar uno de los más conocidos), sino en el valor agregado que él pueda aportar con su talento de desarrollador. El dinero del cliente, en vez de ir hacia una multinacional, tiende por tanto a quedarse entre los técnicos de aquí que se den maña para satisfacer la demanda. “Uff... mil veces nos advirtieron que con esto no íbamos a hacer un mango”, se divierte ahora Massón. “Y no fue así. Gcoop cobra por sus servicios, pero vos vas a estar seguro de que no vamos a venir el invierno que viene a reclamarte que nos pagues una licencia por estar usando lo que te dimos, y si el día de mañana te decidís por otro proveedor, nadie te va a quitar lo que tenés”, sintetiza.
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