TEATRO
Eran tiempos de crisis cuando Armando Discépolo –que nació y murió en Buenos Aires (1887-1971)– escribió sus grotescos criollos, conjunción de risa y dolor profundo, tal como se observa en Mateo, pieza de 1923 en la que sus personajes se preguntan sobre la honestidad en la pobreza; El organito (1925), creada en colaboración con su hermano Enrique Santos; Stefano (1928), la historia de un trombonista con ambiciones artísticas, limitado por sus pulmones; Cremona, que se reestrena después de décadas, y Relojero (1934), una pieza sobre la fragilidad de los vínculos familiares y la incertidumbre acerca del futuro, que estrenó Luis Arata. Ya entonces otros artistas venían reflejando estas inquietudes. La popular ranchera “¿Dónde hay un mango, viejo Gómez?”, con letra de Ivo Pelay y música de Francisco Canaro, que cantó Tita Merello, daba cuenta de un estado catastrófico, de la desocupación y el vértigo que produce ver la vida desde la desesperanza. En esta puesta, adaptada por Roberto Cossa y dirigida por Tritek, participan Lucrecia Capello (Petrona y voz en off), Alberto Anchart (Cremona), Enrique Liporace y Aldo Barbero, entre otros. Las funciones se realizan en la Sala María Guerrero del Cervantes, Libertad 815, jueves, viernes y sábado a las 21; y domingo a las 20.30. Reservas: 4816-4224.
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