Domingo, 7 de septiembre de 2008 | Hoy
TEATRO
Zagal relaciona aspectos de este trabajo con episodios de la historia chilena, y así responde: “Es vital para nosotros ser cronistas de nuestra época, ser la ventana y el espejo del mundo que nos condiciona y circunda. Pensamos nuestro oficio teatral como un ente de transmisión de conciencia, de búsqueda de integridad y evolución espiritual. Sin sangre es el iceberg de una profunda reflexión acerca de cómo y desde dónde nos situamos en nuestra propia historia. Se dice en la obra: ‘El país iba hacia delante, superando la guerra a una velocidad increíble, olvidándolo todo. Pero había un mundo que nunca se había liberado de la guerra y que no conseguía integrarse bien en aquel país feliz. Yo era uno de ellos. Todos nosotros éramos de ellos. Para nosotros nada había terminado todavía...’ La reflexión nace ante una sociedad que no se hace cargo ni de la justicia ni de las heridas de sus conciudadanos”.
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