Los Judas Priest sí que las pasaron todas: integrantes que se fueron y volvieron, cambios de timón en cuanto al sonido (speed, classic, glam y varios tipos de metal más), acusaciones de inducir al suicidio de los fans, éxitos resonantes y momentos de zozobra... Pero eso sí, su marca en el rock es imborrable, tanto por cuestiones musicales como extramusicales. Se los considera padres del heavy metal “puro” y también de los primeros en meterle una velocidad inaudita, aunque también son dioses del Metal debido a que su imagen de cuero negro trascendió como uniforme de las bandas del género. Lo extraño es que ese look era el que el cantante Rob Halford, que a mediados de los ’90 hizo pública su homosexualidad, tenía tanto que ver con los motociclistas como con los bares leather. El anuncio de Halford, que por esos días no formaba parte de la banda e intentaba otros rumbos, no le hizo mella al estatus de leyendas vivientes de los Judas. Tim Owens tomó el lugar de Halford durante un tiempo, pero no fue lo mismo. El regreso del cantante calvo, tras una reunión para trabajar en una caja compilatoria, coincidió con el renacimiento del interés en el heavy metal clásico. En 2005 la banda publicó Angel of retribution y este año llegó el turno de Nostradamus. Entre sus 18 álbumes (con títulos clásicos como Hell bent for leather, Screaming for vengeance y Painkiller), llevan vendidos más de 35 millones de copias.