Sábado, 4 de abril de 2009 | Hoy
TEATRO
Militante de causas culturales y humanistas “no partidarias”, Hugo Urquijo opina que no hay que renunciar a las utopías, pero no por eso pensar que están al alcance de la mano. Cree que ése fue un error de los traumáticos ’70, cuando se creía que “la revolución estaba ahí” y había que llevarla a cabo con las armas. “Hablo de la utopía de justicia social –señala–, porque la auténtica revolución en el mundo se habrá logrado cuando desaparezcan el hambre y la desigualdad de oportunidades en el acceso a la educación, la salud, el trabajo y la justicia.” Piensa que es necesario participar y no encerrarse: “El aislamiento es muy perjudicial. El hecho de localizar a los pares y agruparse protege mucho”. Respecto de Cuestión de principios, sostiene que el personaje de Melisa, la hija, es comparable al individuo formado en una época en la que prevalece el “sálvese quien pueda” y el resquebrajamiento de la ética, entendida como “no le hagas al otro lo que no querés que te hagan a vos”. Urquijo dice: “La ética supone responsabilidad y compasión hacia el otro, algo que menciona Tito en su obra a través de Melisa, cuando ella le pregunta al padre qué pasó con los valores humanísticos, con la consideración hacia el otro, incluso, qué pasó con la ternura y la piedad”.
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