“Viviendo en Salavina, nuestra casa fue un lugar obligado de todo viajante, de toda gente que llegaba al pueblo, porque ahí se hacía música. Esa es la razón por la cual nosotros desde chicos hemos sido acompañantes de mi papá. Le cuento una anécdota de una persona que había ido en aquella oportunidad, cuando nosotros éramos chicos, y había sacado una fotografía de la casa nuestra. Cuando fuimos a actuar en Río Cuarto, por Córdoba, él me mostró la foto, yo me emociono y digo: ‘Esta es mi casa, de cómo la tiene?’. De esto hace relativamente poco, cinco o seis años. Y él me dice: ‘Porque yo la saqué aquella vez. Anduve en la casa de ustedes, por indicación del pueblo llegamos y sabíamos que ahí se hacía música, y tenía la imagen, al verlo a Don Sixto, de que era una persona que iba a trascender el día de mañana. Reflejaba una figura de trascendencia en un futuro’”.

* Testimonio de Rubén Palavecino, en Sixto Palavecino. Respiro quichua y música desde mi madre, de Marta Terrera.