Firefox es software libre: los usuarios tienen la libertad de hacerlo andar con el propósito que quieran, estudiar cómo está hecho, ver cómo funciona y adaptarlo a sus necesidades, incluso distribuir versiones mejoradas. Por años se aseguró que esos principios no favorecían la producción de entornos sencillos: “Son cosas para especialistas”, insistían las corporaciones. Craso error: bastó que se alcanzara cierta masa crítica de interesados para que se generaran productos de fácil manejo. La consultora Statcounter informó el 31 de marzo que Firefox había destronado al Explorer en Europa, con un 35,05% de la plaza. ¿Qué significa esto? En principio, que los internautas encontraron beneficios en la mudanza. A la posibilidad de tunear el browser a gusto, se agrega una comunidad mundial que suma aplicaciones, con actualizaciones periódicas y un rendimiento por lo menos equivalente –en seguridad y velocidad– al de sus rivales. La incógnita es cómo va a hacer Mozilla para mantenerse en competencia contra los gigantes informáticos, máxime teniendo en cuenta que no la impulsan fines comerciales. Surman explica que dinero hay: “No son donaciones benéficas, ya que las compañías que ponen plata descubrieron que nuestros desarrollos les son útiles. Estas firmas nos dan porque les rendimos. Se dieron cuenta de que podemos beneficiarnos mutuamente. Igual, lo que siempre estará primero es que lo que proponemos le sirva al usuario. El resto llega por añadidura”.

La institución viene de varios años de crecimiento. “Al principio éramos un par de limados que nos planteamos el delirio de hacer una fundación que convenciera a las multinacionales de que era beneficioso mantener la tradición abierta que hizo crecer a la red –recuerda Mark–. Jamás habríamos sospechado lo que vino.” Para él “no hay signos de que este crecimiento vaya a frenarse”. Aclara, eso sí, que “el objetivo no es transformarse en un monopolio. Lo fundamental es que la ola se expanda. El corazón es la confianza en que la diversidad es buena”. Pensando en el futuro, el canadiense adelanta que entrarán fuerte a los teléfonos móviles y otros aparatos pequeños, con la prerrogativa de “garantizar el control de datos personales, la privacidad y las aplicaciones”. En cuanto a los próximos saltos del navegador del zorro rojo, vaticina sorpresas. “Por supuesto que habrá novedades. El reto es hacer que una herramienta que ya usan 150 millones de internautas siga siendo interesante y original.”