“Si uno piensa en los traumas originales de América latina, todos los que vinieron eran segundones, eran huérfanos de potestad, y lo que hicieron fue crear huérfanos y viudas por donde fueron”, plantea Ariel Dorfman. “La novela postula o sugiere que todos podemos ser los padres o madres de los demás, basta con que tengamos el corazón lo suficientemente grande. Pero eso es una esperanza. Nada de esto es consciente; es la sensación de melancolía que siento, me da mucha pena los errores que se cometen. Todos los personajes, con excepción de Marcadia, están llenos de ilusiones, están presos de una pasión que no pueden controlar.”
–¿Por qué Marcadia es un personaje atípico dentro del universo de sus mujeres de ficción?
–Marcadia es ese personaje perfecto que une la razón y la emoción, es muy pragmática, tiene los pies sobre la tierra, no tiene miedo al sexo ni a compartir su cuerpo con otros seres humanos. Es una mujer muy equilibrada, y es extraño porque mis mujeres no son tan equilibradas, tienden al delirio. En ella se juntan el Norte y el Sur, dos idiomas, los mellizos, se junta un destino. Marcadia es un ser que me pareció muy joyceano. Los personajes de esta novela todavía me rondan; uno no se puede deshacer fácilmente de los personajes.
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