Patricio Pron, que formó parte de la comitiva de escritores argentinos que presentó en España la antología La joven guardia junto con Juan Terranova, Diego Grillo Trubba, Andrés Neuman y Samanta Schweblin, escribió una polémica crónica para la revista peruana Etiqueta Negra, en la que daba cuenta, entre otras cuestiones, de la de-sesperación de sus pares por obtener el reconocimiento europeo. Tal vez el mayor problema de ese texto resida en que el formato de la crónica no es el más apropiado para plantear un debate en serio. “Nunca he sido invitado a escribir columnas de opinión en ningún medio, por lo tanto aquellas cosas que pensaba de la literatura argentina sólo podía expresarlas en esa crónica”, aclara Pron. “Mi intención consistía en averiguar quiénes eran esos escritores a quienes no conocía personalmente. Al conocerlos descubrí que tenemos ideas muy diferentes de la literatura. Más allá de mi profundo cariño hacia ellos y de la sensación de una pertenencia generacional, me interesaba poner en circulación determinadas ideas acerca del valor en la literatura, que se oponen a las ideas que ellos tienen. Y desde luego invitar a un debate de veras. Pero desafortunadamente la mayor parte de las repercusiones fueron anecdóticas o ridículas. Lo que sucedió fue que se discutieron nombres y no ideas.” En esa crónica, Pron afirma que la literatura de Schweblin está entre lo mejor que hubiera escrito una mujer en Argentina en los últimos diez años, pero a continuación aclara que no es exactamente “mérito suyo sino culpa de sus colegas”. El autor señala: “Los libros que escribe Samanta me interesan y de a ratos me gustan, pero me parecen carentes de riesgos. A menudo sucede que los méritos de uno están más en relación con los deméritos de otros que con la propia calidad de lo que uno hace. Si he sido duro con Samanta, lo siento. Es muy guapa y yo la quiero...”