Cine transcurre en el barrio de Palermo, especialmente por el Botánico, donde vive Juan Martini. Sivori observa que Plaza Italia, por las noches, es un nido de ratas y de sobrevivientes: tipos que explotan mujeres, tipos que explotan mendigos, chicos que fuman paco y tipos que le venden paco a los chicos. “Esta pobreza –dice el narrador de la novela– no es la misma pobreza que se encuentra en los barrios bajos de la ciudad.” El escritor señala que hay un lugar común que consiste en pensar la pobreza “sólo en términos de asentamientos, donde es indudable que es ferozmente avasallante”. Buenos Aires no es una ciudad blindada, sino cada vez más permeable al avance de la miseria, que es “más impúdica cuando se la descubre donde nadie quiere saber que está”, se lee en la novela.

“Lo que tiene una ciudad tan grande y con tantos matices es que la pobreza empieza a mutilar a los barrios medios, como Palermo, que no es el Palermo de Borges sino el Palermo del liberalismo de finales del XX”, plantea el escritor. “En ciertas zonas de la ciudad que fueron eminentemente ricas hay una pobreza que no es consciente del patrimonio histórico y destruye todo. El señor Macri tira las plazas abajo, se queda sin plata y después quedan hechas mierda; eso también es una agresión a la ciudad y a sus habitantes, y es un signo de pobreza cultural. Esa falta de conciencia del patrimonio cultural de la ciudad es una de las peores pobrezas. Pero ojo que no la estoy oponiendo a la pobreza del hambre y la miseria”, aclara Martini.