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El Nº 36 de Fierro tiene muchas más páginas que de costumbre y (literalmente) decenas de autores más que el ejemplar promedio. Si en cada número participa habitualmente una veintena de artistas, esta vez son casi 80 y para todos los gustos. Un lujo que combina dibujantes que hace rato no estaban en las páginas de la revista, jóvenes que están por incorporarse (y se presentan en un número aniversario) y plumines consagrados. Solos o en equipo se hicieron cargo de una o dos páginas de historieta. Hay espacio hasta para una pequeña sorpresa (no lea los últimos párrafos, si no quiere aguarla).

Así resulta todo un desafío dar cuenta de los contenidos que este mes llegan a los quioscos de la mano de Página/12. Por lo pronto, en el balance, este número de Fierro es distinto. Rompe con su habitual esquema de series “con continuará” salpicado con unitarios, y en su lugar presenta relatos cortísimos y autoconclusivos. Como en cualquier aniversario, es momento de parar la pelota, levantar la cabeza y ver qué pasó y qué vendrá. Este Nº 36 tiene en sus nombres mucho de eso.

Así reaparecen varios que hace rato no visitaban las páginas de la revista. Oscar Chichoni, recordado por sus portadas en la primera etapa de la publicación, allá por los años ’80, suma con una ilustración.

Humoristas gráficos hay en abundancia, empezando por los más visibles en los grandes diarios argentinos: Rep, Daniel Paz, Liniers, el Niño Rodríguez, Tute y Langer. Del lote hay que quitar a Max Aguirre porque aquí se dedica a su faceta secuencial y colabora no con una sino con dos historietas. Una de ellas protagonizada por el Zorzal criollo (e ilustrada por Sebastián Dufour). También hay otros humoristas que vienen pidiendo pista hace rato: Iñaki y Jorh (con su Ciudad Jardín), Kioskerman, El Bruno o el brasileño Iturrusgarai.

Además, la revista trae algunos bonus tracks de historias pasadas. Lucas Varela y Carlos Trillo devuelven a las andadas (al baño, más bien) a Elvio Guastavino. El mismo Trillo, pero acompañado por Cacho Mandrafina y Eduardo Maicas, tiene dos páginas para El conejo de Alicia. Además, Juan Carlos Quattordio revisa el final de Los años metálicos. Angel Mosquito y Federico Reggiani, la dupla de Vitamina potencia, se enfrentan cara a cara con sus creaciones.

No faltan clásicos insoslayables: Enrique Breccia vuelve a traer su Sueñero, y José Muñoz ofrece una página tanguera. Los que no están, explica el jefe de redacción de la revista, Lautaro Ortiz, “es porque no llegaron a tiempo”. Pero la revista también cuenta con invitados internacionales, como la leyenda del under brasileño Fabio Zimbres o el cubano radicado en Bolivia, Frank Arbelo.

La ocasión es propicia, además, para presentar a varios jóvenes que –lectores, crucen sus dedos– bien podrían empezar a publicar más seguido, como Ariel López V., o Berliac. Son decenas, y es imposible nombrarlos a todos. Por caso, las líneas anteriores no llegan a explicar la magnitud de las páginas que ofrecen Diego Agrimbau y Dante Ginevra, o el regreso de las chicas de Ana y el enano: Laura Vázquez Hutnik y Alejandra Lunik. Ni el gusto de tener entre los autores a Juan Bobillo, Ignacio Minaverry, Fernando Calvi, los hermanos Parés o el binomio Ortiz-Tunica.

La sorpresa más agradable, sin duda, es la presencia con dos páginas del fallecido Copi. Al respecto, Sasturain declara con orgullo: “No-sotros lo hemos publicado desde el comienzo, y como de algún modo esto es una especie de paseo o de desfile por la producción de estos tres años, Copi no podía faltar”. Aquí estará presente con secuencias publicadas originalmente a mediados de los ’60. “Y hay que ver cuántas historietas se sostienen tras una distancia de cuatro décadas. Copi es siempre nuevo.” Como Fierro.