Horacio Salgán nació en Buenos Aires en 1916. Estudió piano, armonía y composición con Vicente Scaramu-zza, Raúl Spivak y Amalia Weygand. Se inició tocando en cines y tuvo sus primeras experiencias tangueras como integrante de las formaciones de Elvino Vardaro, Juan Caló y Roberto Firpo. Para esa época –fines de los ’30– fue además organista en Radio El Mundo y en la iglesia San Antonio de Padua, del barrio porteño de Villa Devoto. En 1944 crea una primera orquesta típica que no pudo dejar registro porque las grabadoras rechazaron la voz de Edmundo Rivero por “demasiado grave”, según narra el cantor en sus memorias. Salgán se tomaría revancha a partir de 1950, cuando forma otra típica que tenía entre sus bandoneonistas a Leopoldo Federico y Ernesto Baffa. Los cantores eran Angel “Paya” Díaz, Horacio Deval y Roberto Goyeneche. En 1957 esa formación se disuelve, pero a su vez Horacio inicia una asociación musical con el guitarrista Ubaldo de Lío en un dúo que brillaría ininterrumpidamente durante 45 años. Al iniciarse la siguiente década, Salgán crea el Quinteto Real, considerado por la mayoría de los especialistas como una de las expresiones más refinadas que haya dado el tango en toda su historia. Salgán no ha sido un compositor prolífico pero entre sus creaciones están bellezas como “A fuego lento”, “Grillito”, “La llamo silbando”, “Aquellos tangos camperos” y “Don Agustín Bardi”. Su trabajo como arreglador de casi 400 temas es uno de los aportes más valorados por sus colegas. En 2001, cerca del final de su carrera, Salgán publicó Curso de tango, un libro en el que ordenó sus conocimientos pensando en las futuras generaciones. En la presente década, este hombre reservado, siempre celoso de su tiempo (“para poder estudiar”, según suele justificar) recibió variados homenajes y reconocimientos. Entre sus privilegiados alumnos figuran los pianistas Andrés Linetzky, Sonia Possetti y Nicolás Ledesma.