MUSICA › OPINIóN
› Por Roque Casciero
“Aunque me fuercen yo nunca voy a decir/ que todo tiempo por pasado fue mejor/ mañana es mejor.” La frase de “Cantata de puentes amarillos” ha sido como un faro en el derrotero creativo –en su caso, hablar de “carrera” sería casi una herejía– de Luis Alberto Spinetta. No fueron demasiadas las ocasiones en que este monstruo de la música argentina se permitió mirar hacia su pasado glorioso, siempre atento a la melodía que escuchaba en su cabeza al día siguiente. Y después de esas pocas veces, siempre gambeteó hacia delante, como cuando habló de “museificación” después de grabar su delicioso Unplugged y se metió en el “sauna de lava eléctrico” de San Cristóforo. Por todo eso, ahora que se decidió a entregar una noche única, la del 4 de diciembre, en la que todas sus Bandas Eternas estarán juntas sobre un escenario, hay que agradecerle vaya a saber uno a qué diosa salvaje, y pensar en qué música estará germinando ya dentro de él.
Por lo pronto, después de ver a Pescado Rabioso e Invisible a tres metros de distancia, después de ser testigos del encuentro de titanes con Charly García en “Rezo por vos”, lo primero que viene a la mente es la frase que Wayne y Garth repetían en El mundo según Wayne cuando estaban en presencia de Alice Cooper: “No somos dignos”. Es que, ¿merece alguien tanto ruido de magia? Invisible: la conjunción maravillosa del “mejor baterista argentino” (en palabras de Spinetta y de cualquiera que lo haya oído tocar) Pomo Lorenzo, de la sutileza y la belleza de las cuerdas de Machi Rufino, y el genio sin límites para conformar el triángulo perfecto. Pescado Rabioso: la demostración viva, latente, de que el rock’n’roll también tiene lugar para sentimientos como “Credulidad” o “Peteribí”. Sobre el escenario (y debajo: no entraban todos, pero tocaban todos) estaban David Lebon, Bocón Frascino, Black Amaya, Carlos Cutaia y el “colado” Guillermo Vadalá, porque los otrora bajistas no pueden abandonar la guitarra. No somos dignos, sencillamente. Y eso que fue apenas un aperitivo, una demostración de Spinetta de que “esto existe, no es solamente una idea”.
Y después, cuando casi todos ya se habían ido, Luis Alberto que baja y se estrecha en un abrazo más con Edelmiro, Emilio y Rodolfo. No hacen falta mencionar los apellidos, por supuesto. Ahí está la foto con la que los spinetteanos sueñan desde 1980, ahí está Almendra, que va a tocar el 4 de diciembre. Con el perdón de Seru Giran y del lugar común: en esa noche única de Vélez van a reunirse los Beatles de acá, los que les enseñaron a todos los demás que el rock podía ser argentino sin dejar de ser universal. ¿Museificación? Puede que se les noten los años a estos tremendos músicos, pero en el alma habita todavía la pureza de esas canciones atemporales, inmortales, eternas. ¿Mañana es mejor? Sí, sobre todo si “hoy” es 3 de diciembre.
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