En 2006 Rafael Gumucio fundó el Instituto de Estudios Humorísticos de la Universidad Diego Portales para los estudiantes de periodismo, literatura y publicidad. “Ya que estudiaban algo completamente inútil, podrían sumarle a esa inutilidad algo mayor: el humor”, recuerda el escritor. “Hacemos un taller interactivo en que los estudiantes presentan proyectos y los vamos trabajando. La ventaja que tiene para un profesor es que el humor pide mucha precisión, mucho detalle. En cambio, lo que es más serio es difícil de definir.”

–¿El sentido del humor es un bien escaso entre los escritores?

–La inteligencia es un bien escaso entre los escritores. Cuando ingresé al mundo de la literatura, pensé que me encontraría con gente inteligentísima que iba a iluminar mi vida. Me sorprendió mucho descubrir que hay escritores muy tontos, carentes de ideas. Hay muchos escritores que me resultan incomprensibles. Hace poco tuve una discusión con Saramago porque decía que la Biblia tenía muchas cosas inexactas. Me decía, por ejemplo, que era imposible que hayan matado a todos los primogénitos después de que Jesús nació. Yo me preguntaba, ¿alguien cree en eso? No abunda la inteligencia en la literatura. En la poesía chilena hay mucha gente inteligente, pero es un caso extrañísimo.

–Tienen a Nicanor Parra, siempre en la lista de espera del Premio Nobel.

–Parra es demasiado inteligente para que le den el Premio Nobel. Se lo están dando a los alumnos de Parra. Los académicos suecos no saben que Parra está vivo.