Cuando a Germán Tripel le ofrecieron el papel de Hedwig, ni él mismo lo creyó: “¿Viste Hedwig...?”, le preguntó el productor Ricardo Manetti. “Vi la película un par de veces, me gustó, especialmente la música”, le contestó. Tripel pensó que le darían el papel de Tommy, el novio. Pero no. La convocatoria era para hacer de Hedwig. El ex pop star no puede olvidar el día que Ricardo Manetti confió en él, brindándole la oportunidad para redimirse como artista. Claro que convertirse en Hedwig no fue tarea fácil. Para ello, la producción convocó a Mosquito Sancinetto, ampliamente conocido en el mundillo del underground teatral por su teatro improvisado y su estética queer. “Mosquito me presentó gente que estaba hormonizándose para hacerse la operación de cambio de sexo, que estaba pasando por el mismo proceso que pasó Hedwig”, cuenta Tripel. “Charlé con ellos, me vieron actuar y me dieron consejos. Me interesaba especialmente entender la decisión que ellos habían tomado. Todos me decían: ‘Yo nací en el cuerpo equivocado’. Me costó entender qué significaba, entender esa sensación de ser mujer en el cuerpo de un hombre y comprender la decisión de querer operarse, hormonizarse, transformar sus cuerpos para convertirse realmente en mujeres.”

–¿Le costó, al principio, ponerse tacos y pollera?

–Sí, Mosquito me daba tareas: me mandaba a comprar rouge y base para el rostro en negocios de cosmética. Fue un proceso liberador, significó para mí afianzar lo que yo era y abrirme a otras cosas.

–¿Cómo es el proceso de convertir cada noche a Tripel en Hedwig?

–Lo que me lleva directamente a Hedwig es el maquillaje y después la ropa. Voy dos horas antes del espectáculo y, cuando termino de caracterizarme, me miro en el espejo y veo cosas familiares, pero no me veo a mí mismo. En el momento en que me pongo los tacos, al elevarme unos metros, ya entro en papel, en el universo de la diva. Porque Hedwig es una diva, aunque no tenga el reconocimiento de la gente ni el dinero.