Domingo, 21 de febrero de 2010 | Hoy
CINE
Unos años atrás circuló por Internet una foto de esas que no se ven todos los días. En ella se veía a Terry Gilliam en la calle, cargando un cartel de lo más casero, hecho de cartón corrugado. En el cartel se leía, escrito a mano, con un marcador común y corriente y letra despareja: “Cineasta sin estudio - Familia para mantener - Dirijo por comida”. Todo esto tuvo lugar en la esquina de la Avenida 11 y la calle 51, pleno Nueva York, momentos antes de que Gilliam se presentara en el show de Jon Stewart. Para completar la función, el realizador de Pescador de ilusiones puso un tazoncito sobre la vereda y docenas de fans comenzaron a desfilar, depositando sus moneditas. “¡Hago más plata así que haciendo películas!”, festejó, exultante, el homeless de pelo blanco, pantalones baggies y colita de caballo. Enseguida dio vuelta el cartel para mostrar el afiche de Tideland, la película que fue a promocionar a Estados Unidos. Lo cual desmentía un poco que fuera un cineasta sin trabajo, pero no la eficacia del gag. Tampoco su condición de showman.
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