“La literatura argentina está viviendo un momento de burbujeo; hay que ver qué queda de todo esto”, dice Guillermo Saccomanno. “Siento que necesito leer hacia atrás, incluso para escribir lo del presente. Tengo baches en los clásicos. Las notas que escribo para Radar son cada vez más sobre ensayo y poesía. Haber leído a (Diana) Bellessi, a (Arnaldo) Calveyra, a (Joaquín) Giannuzzi o a Mario Trejo, que me parece imprescindible, me abren perspectivas. En cambio creo que la prosa es muy oclusiva”, compara el escritor. “No es difícil llegar a escribir bien; de ahí a correr riesgos es otro cantar. A fuerza de tesón podés construir una frase, pero no garantiza que puedas ser Belgrano Rawson. La poesía te da una densidad existencial, un compromiso con el lenguaje. El lenguaje es otro, vos sos otro. Si cuando uno lee poesía es otro, cuando uno escribe prosa tiene que tratar de ser otro.”

–Es un momento burbujeante para la literatura argentina pero, ¿sugiere que hay poco riesgo?

–Yo me anoto en la primera polémica para debatir. Pero no me animaría a decir mucho sobre el tema. Es un momento de mucha fertilidad y publicación, pero no tengo acceso a todo lo que se publica. Y si lo tuviera, tengo otros intereses. Los suplementos culturales se ven obligados por su propia dinámica a descubrir todos los fines de semana a un autor secreto o a una joven promesa. Todas las semanas aparece un heredero de Faulkner o de Copi. Si revisás las revistas de los años ’60 o ’70, ¿dónde están los descubrimientos semanales? Hay muchos pequeños emprendimientos, mucha movida; se juntan los poetas a leer, se arman circuitos alternativos, pero no les conozco la producción. Si me preguntás qué estoy leyendo ahora, estoy con Tomas Bernhard. Los clásicos, como dice Calvino, nunca te dicen dos veces lo mismo. No es que le temo al riesgo de la lectura de los nuevos. Lo último que leí que me estremeció fue el libro de cuentos de Mariana Enriquez. Otro que me encantó es la novela El fondo del cielo, de Rodrigo Fresán. No es que no me guste leer literatura joven, me falta leer mucho hacia atrás.