- Jésica Báez (23): “Estaba en la puerta de la comisaría para llevarle comida a un compañero. Encontré a Rosa Bru (madre de Miguel) con uno de los organizadores y me invitaron a los talleres. Dije que sí, pero en realidad era otra vaguita más. Los talleres cambiaron el rumbo de la vida de algunos chicos como yo. Me acuerdo de que chusmeé y había gente haciendo unos mapas con letras que me llamaron la atención. En el taller escribí un par de notas largas, y ahora estoy haciendo un libro de mi historia. Lo empecé como diario íntimo: escribir era desahogarme, me hizo abrir un poco más los ojos. Cuento mi vida real porque no miento. ¿Vio que hay algunos periodistas mentirosos? La gente tiene que estar para hablar. No puede hacerlo si no conoce, las apariencias engañan algunas veces”.

- Andrea Romero (33): “Se reconstruyó la historia de la Isla. Fue una experiencia linda porque acá, en el barrio, nunca habíamos pasado por eso de hacer periodismo, y se siente lindo. No estábamos acostumbrados a que viniera gente. La verdad es que se portaron muy bien. Y una se siente orgullosa de los chicos, porque no es todo droga, alcohol y robos. Ahora empezamos a pensar en un centro cultural. Con una experiencia como la de los talleres no podemos quedarnos quietos, queremos hacer cosas con los demás. Antes los pibes estaban todo el día en una esquina sin nada para hacer. Empezaron a ver otra cosa, están mucho más ocupados”.