–¿Su momento favorito de la obra?

–Me encanta cantar No llores por mí Argentina, me gusta You Must Love Me, y cuando ella va a hacer el tour por Europa. O cuando se muestra mandona, despreciativa. Me gusta el rock, a mi hermano lo fascina, y él me pasó todo el rock a la sangre.

–Si Evita viviera...

–Vaya uno a saber cómo hubiera terminado la historia. Pienso que hubiera podido aprender cómo gobernar, dejar de lado el resentimiento.

–Una contemporánea que merezca una comedia...

–La merece China Zorrilla, por la vitalidad, por el humor, por seguir laburando como si tuviera 20 años.

–Si Evita opinara de nuestra actualidad...

–Diría que es una realidad dura y que sería muy bueno que tiráramos por el país.

–¿Un diálogo entre Elena Roger y Evita?

–Me interesaría saber qué es lo que piensa: hablar con ella más allá de la representación. Cómo era la ayuda a los pobres que proclamaba y por qué sentía que los tenía que ayudar de esa manera.

–¿Sobre lo que le pasó después de muerta?

–No debería influirme porque fue posterior. Pero están todos locos, cómo se van a destruir cosas, cuerpos, personas.

–¿Una versión Clase B de Evita?

–Sería divertido hacer un musical con todas, Zulema, Chiche, Cristina...: la única manera sería desde el humor. Pero pensando en cómo afecta al pueblo argentino.

–¿Por qué siempre en clave de comedia musical?

–Me encantaban las películas de Gene Kelly, me llenaban de emoción, me parece muy feliz que se pusieran a bailar. Es tratar de lograr el hecho de contar una historia, no cantar nada más, actuar lo que está pasando pero no de manera sobreactuada, cosa que a veces pasa en la comedia musical.