El Dúo Salteño nació en la Capital Federal, en las galerías Kraft de Suipacha y Córdoba, donde en los ’60 se reunía el Nuevo Teatro. Allí se armaban guitarreadas donde solía aparecer gente como Mercedes Sosa y Matus. Ya en Salta, cuando el Cuchi Leguizamón escuchó a esos dos jóvenes que habían armonizado una creación suya (la Zamba del silbador), en una reunión casual en la casa del hijo de aquel Juan Riera de la Zamba del panadero, decidió sumar sus armonías a los contrapuntos de esos dos jóvenes que no sabían leer música. Así se torció el destino de futbolista profesional de Echenique, que por entonces jugaba en Lanús y, más tarde, en San Lorenzo.

Con el tiempo el Dúo fue avanzando con las grabaciones Dúo Salteño I y II, El canto de Salta (junto al Cuchi), Como quien entrega el alma, Madurando sueños y, ya en 1992, para el sello de Litto Nebbia, Vamos cambiando. En el medio, probaron suerte haciendo base en Buenos Aires –donde se gestó además una relación artística con Armando Tejada Gómez–, hasta que no pudieron sostener más el proyecto, a pesar de que habían llegado a grabar con una multinacional. En esta segunda etapa, apuestan por la renovación y analizan: “Nuestra obra no se difundió porque no hemos mendigado, hemos sido honestos, hemos pensado en lo estético. Eso duele. Pero también nos reconforta ver dónde estamos hoy. Aparte, el Cuchi está con nosotros en todo momento. ¡Si estamos cantando y nos acordamos lo que nos gritaba!”.