Todos los martes, durante cuatro meses consecutivos, Marta, Carlotta, Stacatta, Ritten y Jessico Ternura –así se llaman los Clowns de Alegría Intensiva– divierten a los chicos de las mismas salas de internación, lo que les permite tomar un verdadero contacto. Luego, el jefe del servicio de salud mental del Garrahan, el doctor David Pattin, una pieza clave en la incorporación de la ONG al hospital, les asigna una sala nueva. Así se inicia la rotación: dejan la más vieja y suman la nueva. “Es uno de los hospitales pediátricos más grandes del mundo, con unas 600 camas. Poder rotar y pasar un buen tiempo en cada una de ellas es importante para trabajar bien”, comenta Mariano Rozenberg. A pesar de haber incorporado muchos términos de la jerga médica, los Clowns no suelen saber qué enfermedad tiene cada chico. “En parte es un alivio”, dice Carlotta (Luciana Wiederhold), aunque Marta (Irene Sexer) confiesa que a veces quiere saber. Para sentirse contenidos y compartir lo que les pasa, hablan mucho entre ellos y tienen reuniones con Pattin. Pero se los ve muy afiatados. Terminan una escena en un cuarto, salen (muchas veces emocionados) y al minuto ya están pispiando si pueden entrar en el cuarto contiguo para lanzarse a otro juego. Siempre con respeto, ritmo, dulzura y sin caer en golpes bajos. “Cuando son muy chiquitos conviene entrar con algo muy suave porque se pueden asustar. Trabajamos mucho con los padres que acompañan a sus hijos. Como el papá de Juan, un chico boliviano. Vemos que los dos están muy enganchados y nos esperan con alegría”, agrega Ritten (Gabriel Cohan). “La voz y la música de Stacatta son muy poderosas. Son las madres las que más se emocionan”, desliza Marta.