Martes, 6 de julio de 2010 | Hoy
LITERATURA › OPINIóN
Por Jorge Monteleone
Escribió Alfonso Reyes que las antologías son prácticamente tan antiguas como la poesía. De hecho, las dos primeras de la poesía argentina (La Lira Argentina y la Colección de Poesía Patrióticas) están estrechamente vinculadas con la formación de la nación. La antología es una lectura crítica de la historia literaria y, a la vez, su construcción: forma una figura siempre parcial de un conjunto innumerable e informe. Sospecho que indagar las “ausencias” de una antología es una tarea ociosa y redundante, compulsión a llenar un álbum ideal o un catálogo. Siempre habrá omisiones y ello responde a múltiples factores, no siempre literarios. Más interesante es reconstruir el acto crítico que presupone una antología; comprobar, en relación con otras, las coincidencias o discrepancias y, si la hay, la teoría que la sustenta. Las antologías conforman una trama que, a lo largo del tiempo, constituye el canon abierto de una literatura o de un género y, a la vez, el particular acto interpretativo del antólogo como autor de la selección y combinación.
Cuando leo una antología no me interesa ver qué falta, sino reservarme a aquello que me brinda. La leo en lo que es, no en lo que podría haber sido. Las antologías, aunque parezcan competir, se complementan. Cuando se establece un debate implícito convendría compilar otra antología, como hicieron Vignale y Tiempo con su Exposición de la actual poesía argentina, de 1927, para replicar la primera edición de la de Julio Noé, Antología de la poesía argentina moderna, de 1926, no muy exhaustiva con las corrientes que por convención se llamó de Boedo y Florida. Y a la vez Cambours Ocampo armó en 1931 la antología La novísima poesía argentina para situar 43 poetas de su generación que no estaban incluidos en aquellas dos. De las recientes, me resultaron muy estimulantes la de Jorge Fondebrider editada en Chile (Una antología de la poesía argentina, 1970-2008) y la de Irene Gruss sobre poetas mujeres, Poetas argentinas (1940-1960). Tienen omisiones, pero eso no es lo relevante. Lo que ofrecen, por personal o arbitrario que parezca, es un conjunto estructurado de un corpus parcial de la poesía argentina de un período, que en sí mismo ya conforma una intervención crítica y ordena ciertas tendencias y poetas. Una antología es también un libro de poemas que se compone, se estructura, se despliega. Y propone una orientación didáctica, es decir, conforma el canon en tanto institución literaria. En un país con tantas defecciones históricas del Estado nacional para organizar bibliotecas nutridas, las antologías de una región son fundamentales para hacer circular poetas poco divulgados. Toda antología afirma a su modo que la poesía debe ser hecha por todos.
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