MUSICA
La gira que está realizando Public Image Ltd. marca la primera visita de John Lydon al Reino Unido tras la muerte de Malcolm McLaren, otro hombre que fue llamado tesoro nacional. McLaren, por supuesto, fue el empresario que, en 1975, “descubrió” a Lydon dando zancadas por la King’s Road londinense, luciendo una remera que proclamaba “Odio a Pink Floyd”. La anécdota dice que, después de invitarlo a una prueba para una banda que estaba creando, McLaren vio al muchacho de 19 años entregar una versión completamente desafinada pero apasionada de “I’m Eighteen”, de Alice Cooper, usando una ducha en lugar de micrófono, y lo contrató al instante. Ese grupo se convirtió en los Sex Pistols. Y el resto es historia. Cuando McLaren falleció en abril, John dio a conocer un breve tributo a través de su vocero. “Para mí, Mac fue siempre entretenido y espero que ustedes recuerden eso”, se leía en el texto. “Por encima de todo, era un entertainer y voy a extrañarlo, y también deberían hacerlo ustedes.” Esos comentarios representaron la forma póstuma de hacer las paces, ya que la dupla a menudo había discutido, a lo largo de los años. La vez más notable fue cuando Lydon dejó a los Pistols en 1978 durante una serie de desagradables peleas que culminaron en una gira desastrosa por Estados Unidos.
¿Planea John aprovechar la oportunidad, durante su visita a Inglaterra, para presentarle sus respetos apropiadamente a su viejo amigo? “¿Presentarle mis respetos?”, responde. “¿Por qué querría hacer eso?” Entonces su cara se ilumina. Una larga anécdota, de la clase laberíntica que John tiene el hábito de contar cuando está enchufado, comienza. “Bob Geldof me dijo algo interesante acerca del funeral de Malcolm”, dice. “El vino a uno de los shows que hice en Canadá y cuando estábamos hablando después, me dijo: ‘No te perdiste demasiado... Fue el fiasco habitual’. Aparentemente, Bernie Rhodes (ex manager de los Clash) y Vivienne Westwood estaban ahí, discutiendo frente al altar, durante el sermón. Y el cortejo estaba lleno de los usuales copiones”, se ríe entre dientes. “Pobre Malcolm: ¡le dieron una despedida asquerosa!” John no fue al funeral de McLaren porque, francamente, no le importaba. “Todavía estoy alterado por la muerte de mi viejo (su padre, John, falleció hace dos años) y no tanto por Malcolm”, dice. “Estaría mintiendo si dijera lo contrario. Sí, lo extraño, pero no por alguna razón lógica, más allá de que era un buen tipo con quien pelearse. Más allá de eso, él simplemente trató de manipularme. Y después, el autoensalzamiento del tipo se convirtió en un verdadero problema. Amaba apuntarle todo su éxito a su propio genio, pero Malcolm fue un tipo que vivió gracias a otros. Y carecía de compromiso, en realidad. Nunca supe que terminara nada de lo que empezó. Y eso incluye haberse presentado para Lord Mayor de Londres: hizo un buen quilombo con eso.”
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