Jueves, 19 de agosto de 2010 | Hoy
TEATRO › OPINIóN
Por Daniel Dalmaroni *
Escribí El secuestro de Isabelita en 2004-2005. Supongo que el haber partido de una postura políticamente incorrecta influyó en que el estreno se retrasara. No quería que estos personajes quedaran caricaturizados; debían tener su tono justo, sobre todo porque estábamos lidiando con un asunto que tenía sus dificultades. A ver: yo me reconozco peronista de izquierda, pero siempre me preocupó que en el progresismo hubiera un solo discurso en relación con la guerrilla urbana. Porque es fácil cerrar el debate pensando que los que estaban en las organizaciones armadas eran todos fantásticos y geniales. Sí, aquella fue una militancia de mucho huevo y de querer un país mejor. Sin desmerecer eso, también es cierto que pecó no pocas veces de voluntarismo y de confusión entre la fe religiosa y la política. Y eso por no hablar de la conducción, que tuvo errores de apreciación enormes.
Voy, entonces, a que necesitamos hacer un análisis más crítico. Ver cómo podemos pensar esos episodios sin caer en la autocomplacencia. Esta visión no es un invento mío: la ensayística y la narrativa recientes la han ido perfilando. Mi aporte es que yo escribo humor. Del negro, en general. Antes del estreno, pensé que la mayoría de los militantes y ex militantes iban a reaccionar mal. Nada que ver: ¡Algunos hasta me dijeron que me había quedado corto en las ironías!
El secuestro... se basa en las creencias que había dando vueltas y en sus consecuencias prácticas (convencerse de que el país estaba en una etapa prerrevolucionaria y era preciso concretar una contraofensiva y asaltar el poder, por citar un caso, era una suposición que conducía a la hecatombe). Otro trabajo fue recuperar el lenguaje que se usaba a mediados de los setenta. Es una obra en la que si uno dice “okey” mete la pata, porque nadie se expresaba así. Hay que ser cuidadoso y detallista. Tuvimos que ponernos a investigar las inocencias y las partes jodidas de aquella juventud, con todo lo que eso significa para alguien que, como yo, tenía quince años cuando vino el golpe del ’76.
* Autor y director. La Editorial Corregidor editó en dos tomos su Teatro Completo.
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