Darío Lopérfido, fundador del FIBA en 1997, luego de vivir seis años en Madrid y casi dos en Nueva York, regresa a su ciudad natal para ocuparse de la curaduría del próximo Festival Internacional de Buenos Aires, que tendrá lugar a fines de septiembre y principios de octubre de 2011. “Acepté el ofrecimiento porque conozco muy bien este festival. Lo creé, fui el primer director, es como un viejo conocido”, bromea.

–¿Seguirá el FIBA los criterios de la gestión anterior o habrá cambios en la orientación del festival?

–Voy a seguir con el trabajo que ya empezaron Szuchmacher y Ligaluppi. Con Alberto somos amigos desde hace muchos años y la idea es tener una comunicación fluida, ya que él pasará a estar a cargo del San Martín, un espacio muy vinculado al festival. Los compromisos ya asumidos para 2011 se conservarán. De la veintena de obras que se presentarán, hay siete ya elegidas que se mantendrán.

–¿Se puede adelantar algo de lo que podrá verse?

–No todavía, pero considero que un festival internacional debe tener muchas producciones de teatro, algunas de danza y música, especialmente aquellos espectáculos musicales de vanguardia con algún discurso ligado al teatro.

–¿Se trata entonces de continuar con la idea de Szuchmacher de hacer un festival que ponga el acento en las artes performáticas y los espacios de cruce?

–Sí, exactamente.

–La gestión anterior quiso dar prioridad a aquellos que nunca habían participado en el festival. ¿Seguirá esta línea?

–No me gusta dividir entre festivales de consagrados y de desconocidos. No creo en eso, hay gente desconocida que hace cosas soberbias y otros que hacen unas porquerías bárbaras, y viceversa. Si hay un espectáculo fantástico de Peter Brook o Deborah Warren y lo podemos traer, va a estar, no porque ellos sean famosos sino por su calidad. Me gustaría incorporar espectáculos callejeros de calidad. Estamos viendo que las obras de nivel en vía pública funcionan. A mí me gusta el esquema propio de los festivales españoles que se extienden hacia la periferia. El festival se centralizará en Buenos Aires, pero ayudará a que grupos se presenten en el interior e incluso se extenderá a la periferia. Me gustaría, por ejemplo, incorporar al Teatro Argentino de La Plata en el evento porque me interesa su programación. También quiero que el Colón participe del FIBA.

–¿Mantendrá el circuito de salas independientes?

–Sí, esto funcionó muy bien en la edición pasada. Creo que no sólo hay que mostrar espectáculos nacionales en las pequeñas salas sino obras internacionales de nivel, porque es una manera de prestigiar al circuito independiente.

–Otro criterio de la gestión pasada fue darle más importancia a la región latinoamericana. ¿Qué piensa al respecto?

–Me gusta ese criterio. Pero creo que la gente también espera producciones alemanas o francesas en este espacio. Hay que hacer un festival equilibrado. Ese es el criterio también para seleccionar las obras nacionales. Buenos Aires tiene una ventaja: en su haber teatral tiene figuras impresionantes en términos de trayectoria y, al mismo tiempo, ve nacer gente con pocos años pero de gran potencia. Esa variedad y calidad de la cartelera teatral es la que el FIBA debe asimilar.

–¿Habrá nuevas secciones?

–Quisiera incorporar nuevas áreas temáticas. Me gustó mucho el segmento que vinculó al cine con el teatro de la edición pasada, que se llamó Máquina Hamlet. Esas zonas de cruces discursivos son las que quiero fomentar. Me gustaría pedirle al director del Bafici, Sergio Wolf, que colabore. También quisiera incorporar un área de teatro en zonas de emergencia.

–¿Está pensando en teatro en villas?

–Que una sede del festival esté en la villa 31 me parece estupendo. Pero no se trata de que cualquiera haga allí cualquier cosa, se trata de llevar un espectáculo de mucha calidad e interactuar con los grupos artísticos que allí funcionan. Me parece indignante menospreciar al que está en situación de emergencia llevándole algo para pasar el ratito.