LITERATURA
Blanco nocturno, dice Ricardo Piglia, es una novela que interviene en el presente para “retomar ciertas tradiciones narrativas, cierta línea de la épica que trabaja con la noción de héroe y está un poco más allá de la experiencia de los lectores y del propio autor”.
–¿Por qué interviene con una novela “más clásica”, de personajes?
–Si hay algo que persiste en la novela, más allá de todas las transformaciones que ha sufrido, son los personajes. Aunque sean esos personajes-larvas que se mueven en Beckett, esos personajes que son siluetas rarísimas en Gombrowicz, o esos seres que se animalizan en Kafka. No importa tanto de qué manera funciona esa figura, pero el personaje es una marca que la novela tiene desde el Quijote. Todo lo demás puede cambiar: la temporalidad, el modo, cómo se narra. No es el mismo tipo de construcción de los personajes en el cine o el teatro por un elemento muy importante: a los personajes de las novelas los podemos hacer pensar. El lector puede estar viendo cómo alguien piensa, cosa en que hay que insistir, es algo que sólo la novela hace. La novela es un campo de experimentación respecto del modo en que uno mismo conoce su propio pensamiento de una manera un poco caótica.
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