Las ojeras de Alberto Díaz, director editorial de Emecé, son la punta de una pena que será difícil de olvidar. No son las ojeras que asoman después de los trotes en cócteles y fiestas en el frenético circuito de la noche frankfurtiana. Tiene la expresión acongojada de alguien que está sufriendo la muerte de un familiar muy cercano. La obra de Jorge Luis Borges pasó a manos de Random House Mondadori por decisión de María Kodama. “Estoy muy apenado por la trascendencia de la obra a nivel mundial y porque Emecé fue la editorial que publicó sus libros en vida”, dijo. La cartografía de esta pérdida duele apenas se la describe. Son los tres tomos de las obras completas, revisadas y corregidas por el mismo Borges, un cuarto tomo con textos sueltos y misceláneas –que no se publicó–, y los tres tomos de los textos recobrados, que abarcan de 1928 a 1955. Los siete tomos del paquete fueron vendidos por razones económicas. Random House tiró los billetes por la ventana y ofreció más de dos millones de euros, oferta que Emecé, después de varios meses de pulsear, no pudo igualar. Alguien susurra, en voz baja, cerca de Díaz: “Te doy mi más sentido pésame”.