CULTURA › OPINIóN
› Por Gabriela Massuh *
Aquí América Latina no es solamente un libro de ensayo. En tanto que estudio científico, analiza de manera exhaustiva las fuentes literarias que integran el corpus del año 2000, las inserta dentro de la producción cultural de sus inmediaciones (periódicos, televisión, teatro, cine) y finalmente las sedimenta con el más importante canon teórico que interpreta al mundo de la última década: de Agamben a Todorov, de Sassen a Appadurai. Lo inesperado en este contexto es el ingrediente intencionalmente confesional o autobiográfico: la autora, sí, Josefina Ludmer en tiempo real y tiempo literario, regresa a Buenos Aires en su año sabático, el mismo cuya producción literaria va a analizar. Este yo real se mueve por la ciudad en tiempo presente y la recorre con los amigos; entre otros, Ariel Schettini, Tamara Kamenszain, Héctor Libertella o Luis Chitarroni, como si el material teórico que se construye fluyera también a partir del diálogo con ellos. Especulación es una de las palabras claves del libro: a través de esos diálogos –que el lector tenderá a imaginar mesa de café de por medio–, se articula de manera especular lo que Ludmer llama la “realidadficción”: Buenos Aires, la Argentina, el continente reflejados como realidad, ficción, pasado, presente.
El libro transcurre por tres ejes, o tres grandes capítulos: temporalidad, territorio e imperio. El primero se construye como negación o afirmación del pasado nacional: ficción articulada a partir del mayor o menor grado de representatividad política al que aspire un texto. Ludmer no valora ni califica; simplemente describe, pero en esa descripción se filtra su inclinación por aquella ficción que descree de la universalidad, de la autonomía de la literatura. “La caída del mundo bipolar produce fusiones de opuestos y desdiferenciación entre los polos.” La historia no es la historia sino muchas, también la de la literatura. La noción de territorio, tan utilizada en la teoría política y social para describir las nuevas articulaciones políticas de los movimientos sociales e indígenas, aparece como isla urbana o simplemente isla, una imagen que Ludmer usa para los sujetos típicos del año 2000, aquellos que se definen por “su condición exterior-interior respecto de alguna esfera o idea: la ciudad, la nación, la sociedad, el trabajo, la familia, la ley o la razón.” Y aquí, en el segundo capítulo, Ludmer da un prodigioso salto cuasi poético de largo alcance. Porque esa isla, como la tierra, guarda en sus profundidades sótanos, laberintos y también sus recursos naturales, sus riquezas: agua, petróleo, lengua.
Volviendo al título del libro, Aquí América Latina, en el tercer capítulo se demuestra cómo el imperio, España, tal como lo hacía entonces con el oro de Potosí, se apropia hoy de la lengua con sus vastas industrias editoriales e Institutos Cervantes a lo largo del planeta decidiendo cómo se escribe en español, qué se publica y a quién y, sobre todo, a quién hay que leer.
* Escritora, autora de La intemperie.
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