En el prólogo de La rebelión de las Madres, Osvaldo Bayer destaca que Ulises Gorini “va poniendo, ladrillo sobre ladrillo, las pruebas históricas”. Si en ese primer tomo indaga a fondo sobre los factores que explican el pasaje de las Madres desde las relaciones de familia hacia las relaciones políticas, en La otra lucha, que aborda la primera etapa de las post-dictadura, desde el inicio del gobierno de Raúl Alfonsín hasta 1986, cuando se produce la fractura y el movimiento se divide en dos sectores –la Asociación Madres de Plaza de Mayo y Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora–, explora los cambios repentinos que planteó en las Madres el fin de la dictadura y la reapertura institucional. Gorini rastrea las tensiones dramáticas y las contradicciones que atravesarían a la organización. Hay un capítulo desgarrador, titulado “La lista”, que da cuenta del ensañamiento de la dictadura. Se trató de un episodio, no incluido en el primer tomo, que sucedió en 1980, cuando un emisario de los militares les ofreció a las Madres la posibilidad de que ellas entregaran una lista con 20 nombres, quienes serían salvados de la muerte en los campos de concentración. La mayoría de las mujeres que integraban la Comisión Directiva rechazó esa extorsión espeluznante, después de un debate tan intenso como doloroso.