CINE
El 18 de septiembre de 2006 comprendimos que el terror, lejos de ser un viejo trauma superado, podía aún mostrar los dientes. Ese día desaparecía Julio López, después de haber brindado un testimonio clave en el juicio contra el funcionario policial de la dictadura Miguel Etchecolatz. El Estado se mostró incapaz de encontrar a los culpables y la desaparición de López permanece impune hasta hoy. Mientras exista una cadena de complicidad que permita a los responsables del genocidio seguir operando en las sombras no podremos decir que el horror sea una cuestión del pasado. El ejercicio de la memoria supone una relación activa y una mirada crítica sobre los acontecimientos históricos. No es posible recordar sin volver a pasar por aquello que se recuerda: re-cordar proviene del latín re- (“de nuevo”) y cor, cordis (“corazón”), es decir, volver a pasar por el corazón el lugar en el que los antiguos creían que se ubicaba la memoria.
Nada más parecido al olvido que una visión fosilizada de la historia. Es preciso volver a pasar por la herida para que el viejo trauma sea superado. Re-cordar la noche más negra de nuestra historia nos compromete a seguir avanzando en el juicio y castigo a los culpables del genocidio. Pero nos obliga también a empezar a preguntarnos sobre aquello que señalaba Brecht en Cinco dificultades para decir la verdad, a propósito del nazismo: “Si en nuestra época es posible que un sistema de opresión permita a una minoría explotar a la mayoría, la razón reside en una cierta complicidad de la población, complicidad que se extiende a todos los dominios”. La complicidad de la inocencia, el espectáculo que concebimos con Adriana Genta, Carlos Ianni y todo el equipo de actores y técnicos del Celcit, nació de esa interrogación. Y, también el debate que propiciamos el pasado domingo después de la función, junto a Alcira Argumedo, Manuel Callau, Víctor De Gennaro y Alba Lanzillotto. El público que colmó la sala confirmó la necesidad de re-visitar el pasado, de reflexionar sobre los diversos comportamientos sociales durante aquellos años y de preguntarnos sobre las marcas que el terror dejó impresas en el cuerpo social. Un re-cordar, entre todos, para interpelar el presente.
* Dramaturga.
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